lunes, 13 de abril de 2020

LA V.O.T DURANTE EL BROTE DE CÓLERA. 1855




Hace unos días publicábamos algunos datos sobre la procesión de rogativas a la que acudieron los Siervos con la imagen de su Dolorosa en 1800 debido a la epidemia de fiebre amarilla, que posteriormente tuvo varios rebrotes epidémicos —en 1804, 1819 y 1820—, aunque ya con menor virulencia.


Pero a lo largo de esa centuria nuestro país conocerá cuatro epidemias de cólera entre los años: 1833-1834, 1853-1855, 1865 y 1885 y que dejarán un saldo de casi 800.000 muertos en toda España. Las que afectará mayormente a nuestra población será la acaecida a mitad del siglo.
La referencias a los estragos de vidas humanas, sociales y económicos que esta enfermedad causó en el desarrollo de la vida cotidiana de los hermanos terciarios en los libros de Actas de la Orden es muy lacónica o simplemente se limitan a un mero "por los dolorosos tiempos que trascurre".
De todos estos brotes el que afectó con mayor gravedad a los hermanos de la  Orden tercera será el que se desarrolló en nuestro país entre 1853/55. De entre las enfermedades epidémicas decimonónicas, el cólera asiático destacó por el impacto emocional que causaba en la población, dado que por sus efectos ninguna otra enfermedad podía ser comparada con el cólera, pues aunque solo era letal aproximadamente en la mitad de los enfermos que se contagiaban, estos morían en pocas horas, de manera fulminante y degradante (vómitos y diarreas).


Gracias a una crónica escrita por el entonces Hermano Mayor de la Caridad de nuestra población, Don Manuel Aguilar Tablada tenemos una descripción pormenorizada de lo acontecido. Su informe se basa en la necesidad de dejar constancia de los acontecimientos:  lamentado la falta de noticias que se advierten en los archivos públicos de aquellos hechos memorables que, favorables o adversos, dejan una profunda huella en la memoria de los pueblos... porque las grandes desgracias de los pueblos así como sus escasas alegrías deben consignarse en sus archivos para instrucción de los venideros.
Este escrito fue elaborado tres años después de los acontecimientos  narrados -en 1858- y en el que el justifica este lapso de tiempo: He aguardado tanto tiempo porque escribiendo bajo la impresión primera acaso me habría dejado llevar a la exageración si exageración podía caber al describir la terrible catástrofe.
Aún pervivía el recuerdo en Sevilla del terrible brote de cólera de 1833 - entre los meses de octubre y noviembre afectó a la cuarta parte de su población y fallecieron más de 6000 mil persona, el 7% de la población-, razón por la que al tener noticia de la expansión  de un nuevo brote en 1853 algunas familias huyeron de la capital y de los pueblos comarcanos, continúa Aguilar:  "aunque no observaron previa cuarentena ni ninguna otra precaución a su entrada, no por eso se notó el más mínimo cambio en la salud pública pues algunos casos rarísimos que se notaron en el término y aun en la ciudad fueron de personas inmediatamente venidas de los puntos contagiados y que venían ya infestadas". Aún así el Ayuntamiento tomó pocas medidas en esta ocasión quizás porque la anterior había afectado levemente a esta ciudad a pesar de que la población pidió "tumultuariamente la adopción de todas las medidas que su terror les sugería para aislar completamente a Carmona del resto de la provincia".


Hasta septiembre de 1855 Carmona se vio libre de los terribles efectos que en los pueblos vecinos se habían producido; el 18 de ese mes tras unas copiosas tormentas se desarrolló virulentamente la epidemia, dándose los primeros casos en la madrugada y en la que la gente acudió a casa del médico don José Acuña - fue Hermano Mayor de nuestra Orden-.  Se habían producido dos focos infecciosos en la Casa de huérfanas y en la Santa Caridad, a partir de ese momento, nos describe el caos y la angustia: unos corriendo a bandadas a las boticas que no podían dar abasto, otros 40 o 50 corriendo con los médicos y casi riñendo por llevárselos primero, otros cargando los útiles más precisos en carros, bestias o lo que encontraban y abandonando sus intereses huían desalentados con sus familias de la ciudad proscrita. Todos en fin con el sello de la muerte marcado en sus semblantes y tan profundamente afectados que ni una lágrima ni un lamento se permitían, silencio que continuó en los días siguientes y era, en verdad, aterrador, pues no dejaba oír más que el ruido sordo de los carros que constantemente atravesaban la ciudad en todas direcciones colmados de cadáveres para trasportarlos primero al cementerio público y después y a poco, lleno éste, a las horribles zanjas improvisadas".
Como vemos, el relato contado en primera persona y después de varios años no hizo que la imagen del horror se borrara de la mente del redactor. En la pequeña feligresía del Salvador nuestra Parroquia, una docena de calles y de las menos pobladas, fallecieron en una semana 62 personas. En total en el casco antiguo 713 personas y en el Arrabal 673. Se pudieron contabilizar 1.386 enterrados en el cementerio, pues otros sus parientes le dieron sepulturas en el campo o en zanjas). Fallecieron la mayoría de las niñas del Orfanato, los ancianos de la Caridad y un buen número de las monjas de las Descalzas. Casi el 13% de la población murió entre el 18 al 26 de septiembre.



Las Actas de cabildos hasta marzo de 1855, no dejan entrever la amenaza.  De ellas se desprende que la vida de la V.O.T continuó con normalidad ajena a la epidemia que asolaba algunas poblaciones: nombramientos de  nuevos cargos, para el del Corrector el sacerdote Don Juan Tamariz y Hermano Mayor Don Juan José Sanjuan -en sustitución del dimisionario Don Antonio Méndez- ; sub Priora Doña Carlota Quintanilla, que en unión de sus hermanos Dolores y Juan donaron un valioso "alfiler de brillantes" a la Virgen; se estudió la situación del altar por la caída de un rayo en el crucero del Salvador y el traslado de los cultos a Santa María. 
Tras lo acaecido en la última semana de septiembre de 1885 y algunos casos más que se produjeron semanas más tarde, la Orden se reunió en Cabildo General extraordinario en 25 de noviembre,  donde el Hermano Mayor: "manifestó...que en la calamitosa y aflictivas circunstancias del cólera qe sufrió esta Ciudad, habían muerto quince hermanos por los que era indispensable hacer sufragio: propuso dicho Sr. ¿si convendría hacer honras , más en vista a tener cuales dijo no había fondos algunos y a parecer de varios hermanos que el sufragio más eficaz y saludable es el sacrificio de la misa, se acordó que el hermano mayor hiciera aplicar por los mencionados difu. las misas que pudiera hasta invertir la cantidad de quinientos reales, cuando el estado de fondos lo permita."
Debemos tener en cuenta que por diferentes apuntes que el Cabildo estaba compuesto por una treintena de varones, aunque desconocemos el número de mujeres no debió ser muy superior. Esta pérdida de hermanos debió tener una fuerte carga emocional pues no ya por el número significativo de pérdidas,  sino porque en su mayor parte los servitas pertenecían a un reducido número de familias con lo cual todos estaban unidos por lazos consanguíneos.
El fallecimiento de estos quince hermanos suponían un revés para la economía pues se le ofrecían a los hermanos difuntos un buen número de misas a cargo de la limosna de ingreso, también otras oraciones fúnebres cuyo coste asumía la Orden previo pago de los aranceles parroquiales -debían ser altos pues eran de "tres capas", cada sacerdote acudía al entierro revestido de capa pluvial, sobrepelliz y estola. Doblar las campanas tenía también un gravamen parroquial.
El panorama que dejó este ataque de cólera debió ser calamitoso, razón por la que despertó la solidaridad en una sociedad poco dada a ello: la caridad pública no fue invocada en vano y abasteció de todo lo necesario a las juntas parroquiales; nuestro hermano don Miguel Lasso de la Vega, Marqués de las Torres, ofreció  a la junta de Santa María carta blanca para gastar; y el señor don Tomás López García adoptó además doce niñas párvulas y huérfanas.

Fuentes:
- A.M.C. INFORME SOBRE EL CÓLERA MORBO EN CARMONA .ACTAS CAPITULARES Libro 258
- A.V.O.T.S. Libro de acuerdos del V.O.T. de S. año 1851.

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