miércoles, 10 de marzo de 2021

NUEVA INCORPORACIÓN A NUESTRO ARCHIVO HISTÓRICO: MANUAL DE LA CORONA DOLOROSA DE 1888

 


Recientemente hemos recibido la donación de un ejemplar de la práctica devocional de la Corona Dolorosa, tal como la practicaban los hermanos de la Tercera Orden servita de Carmona en el siglo XIX.  Hasta este momento desconocíamos la existencia de este u otros manuales de la corona editados por la V.O.T. , práctica devota que los siervos de María del Salvador hemos mantenido siempre a través de los siglos y que  ha constituido una devoción distintiva de nuestra  especial espiritualidad.

Se trata de un pequeño opúsculo en aproximadamente formato A6 - 10 x 15 cm -, con una portadilla en color malva donde aparece el título de la obra que también se reproduce con idéntica tipografía en la portada interior, aunque en la portadilla  va enmarcada por una cenefa modernista : "+ CORONA DOLOROSA- MEDITACIONES, PONDERACIÓN Y AFECTOS/ DE LOS /SIETE DOLORES /DE LA VIRGEN SANTÍSIMA/ QUE LA CONGREGACIÓN/ DEL VENERABLE ORDEN TERCERO DE SIERVOS DE MARÍA/ VENERA/ EN LA REAL PARROQUIA DEL SALVADOR/ DE ESTA CIUDAD". En la contraportada dibujo de cruz orlada de resplandor, sobre tres cabezas de ángeles y enmarcada por cenefa de trazos neogóticos.

La obra está fechada  en la parte inferior de la portadilla y portada interior "CARMONA.-1888" editada en esta ciudad en el "Establecimiento Tipográfico de LA REVISTA, Sancho-Ibáñez 16" en Carmona.



Breve descripción de la práctica

El librito divide en dos partes el formulario, en primer lugar el rezo propiamente dicho de la corona tal como se rezaba en los actos comunitarios, pues se inicia con la siguiente fórmula: "COMIENZA EL GORRECTOR", el corrector era el superior de la orden tercera: hermano sacerdote elegido por la fraternidad hasta que a primeros del siglo XX  sería ya ocupado por  un hermano seglar. La fórmula de inicio era "Deus in adjutorium meum intende", con la respuesta: "Domine ad adjuvandum me festina," primer verso del Salmo 69. Estas palabras forman la oración introductoria a cada hora de los breviarios romanos, monásticos y ambrosianos, excepto durante los últimos tres días de la Semana Santa y en el oficio de difuntos. Mientras se recitan, o se cantan, todos los presentes se persignan con la Señal de la Cruz. La tradición dice que San Benito introdujo esta costumbre en el oficio monástico y que San Gregorio I la extendió a todas las iglesias romanas. Juan Casiano (Coll., X, 10), sin embargo, dice que desde los primeros tiempos cristianos los monjes usaron esta introducción muy frecuentemente, probablemente fuera de las oraciones litúrgicas. Al poner esta súplica al comienzo de cada hora, los servitas carmonenses imploraban  la ayuda de Dios contra las distracciones en la oración.

A continuación viene en el formulario el OFRECIMIENTO que recoge los textos  devotos sobre cada uno de los Siete Dolores dándose la curiosidad de que en cada uno de ellos se rezaba una decena de Ave Marías y no la septena como ahora,  a pesar de que algunos de las antiguas hermanas poseían el rosario o corona de siete misterios con las siete cuentas. A continuación una vez terminado el rezo de los dolores se añadía en las tres Ave Marías una oración de súplica por el perdón de los pecados : "... os pedimos amorosísima Madre que nos alcancéis de su Magestad un copioso don de lágrimas, para llorar nuestras culpas, y alcanzar por vuestros Dolores, y los de vuestro Divino Hijo, el perdón de todas ellas, para así asegurarnos el premio eterno de la Bienaventuranza. Amén". 



El rezo de la Corona concluía con el "Ofrecimiento de la Corona", una extensa oración que tomando como ejemplo la mansedumbre y confianza de la María en todos sus dolores rogaba a la Virgen dolorosa:  "os suplico, nos alcancéis caridad y fervor en la Oración, paciencia en los trabajos, humildad con las afrentas, esfuerzo en las aflicciones, perseverancia en el bien obrar, una buena y acordada muerte..." terminando la oración con el agradecimiento de los favores recibidos  "nos continuéis estos favores y nos seáis verdadera Madre y Señora, pues en todo estamos á vuestra cuenta. Amén" , continuándose con la Letanía.

La segunda parte del oracional recoge, tras enunciar cada uno de los Dolores, tres prontuarios, compuestos de:

.- Consideración: inicia siempre con la palabra "consideremos" para presentar los textos evangélicos donde cada uno de los dolores se recogen o se inspiran. 

.- Ponderación: Del latín ponderatio, se trata de una consideración espiritual sobre cómo María vivió cada uno de los momentos dolorosos y en el que se invoca la atención de los hermanos con formulas como "Ponderemos, Consiervos amados..." "dilectísimos hermanos", "fervorosísimos Hermanos" o "almas devotas"

.- Afectos después de la Meditación.  Se intuye que tras la "ponderación" debía existir un tiempo para la reflexión mental, concluyéndose con la recitación de una oración de súplica a Nuestra Señora a la que se invoca como "¡ Ó Dolorosísima Madre!, ¡ Ó afligida y desconsolada Madre!, ¡ Ó afligidísima Virgen! ¡ Ó Madre piadosísima !... invocaciones que se repiten para conseguir en los fieles un estado co-doliente y de piedad con la imagen de la Virgen Dolorosa de la que se procura " aprenda a sentir vuestros dolores y las ausencias de Dios en mi alma... os acompañe  compasivo en vuestra dolorosa soledad, hasta que mediante vuestra poderosa intercesión, vaya a gozar vuestra amable compañía y la de vuestro Santísimo Hijo y mi Soberano Redentor. Amén."

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