La
imagen de la Santísima Virgen de los Dolores ha recibido la donación de un
excepcional rosario novohispano, que puede datarse a fines del siglo XVII o
principios de la siguiente centuria.
Sigue la tipología de los realizados en las colonias hispanas realizado
en cristal de roca translucido los parternoster y las avemaría en cristal azul,
todos ellas con guarniciones en caperuzas foliáceas en las cuentas, esféricas
con dos casquillos de círculos inscritos y los eslabones o molinetes formados
por rosetas de ocho círculos calados, todo en plata. Las cuentas de los
paternóster están separadas por círculos calados con la cruz de san Juan de
Letrán o de Malta.
Este
tipo de rosario prolongó en América -de forma arcaizante hasta el siglo
siguiente- el modelo de la joyería hispánica del siglo XVII que remata este
tipo de piezas en cruz griega con tres medallas colgantes con santos en perfil
de busto o medio cuerpo dentro de cerco calado de ces con hojas intermedias. En nuestro caso cuenta con una gran medalla de
plata que representa a la Virgen de África en un modelo iconográfico anterior a
1651, a partir de ese momento la imagen de la Piedad se representa con el Aleo.
Las otras dos medallas insertadas en una decoración de filigrana representan a
San Juan de la Cruz y a San Antonio de Padua.
Las
dimensiones de este rosario, cercano al
metro de longitud, nos hace pensar que
estuviera destinado a la costumbre de las damas hispanas de lucir este tipo de
joya al cuello y sobre los vestidos, lo que justificaría a demás ese “laneo” o
desgaste natural de las medallas por el roce con los tejidos.
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