Este domingo el Pontífice visitó el templo sede de la Curia de la Orden de los Siervos de María, donde se venera desde la Edad Media la imagen milagrosa de un crucificado conocido como Santo Crucifijo de San Marcello, a la que a lo largo de los siglos han acudido los pontífices como Obispos de Roma a suplicar el fin de las graves epidemias que han asolado Roma y en este caso por la pandemia mundial.
Desde el siglo IV se levantaba en este lugar en el Corso romano una basílica que ardió en 1519, salvándose sólo la imagen del Crucifijo al que la población le tenía gran devoción, desde entonces se le atribuyen multitud de milagros y sobretodo el terminar con diversas epidemias. El Crucifijo es trasladado a la Basílica Vaticana con motivo de los años jubilares para conceder el perdón a los peregrinos.
El Papa se trasladó en una ciudad de Roma solitaria hasta la Basílica de Santa María la Mayor para rezar ante el icono de la Salus Populi , patrona de Roma, para pedir la intercesión de la Santísima Virgen y posteriormente al templo de los Siervos de María de San Marcello donde ha pedido - según el Vaticano- “el fin de la pandemia”. También “ha implorado la curación de tantos enfermos, ha recordado a las numerosas víctimas de estos días, y ha pedido que sus familiares y amigos encuentren consuelo y conforto”. Igualmente ha encomendado a todos los sanitarios que en estos días trabajan en el cuidado de los enfermos de esta crisis.
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