El domingo 3 de mayo de 1620 fallecía
en su casa de la Plaza del Arrabal el escribano Don Pedro de Hoyos, tan sólo
unos meses después de otorgar diversas escrituras en favor de la erección de
una casa de la Compañía de Jesús en Carmona y de una fundación para dotar a
doncellas para su casamiento. Durante la enfermedad de Don Pedro los padres
jesuitas, que se aposentaban en las casas principales del escribano, lo
asistieron espiritualmente.
El entierro reunió a todos los principales de la ciudad
incluido los miembros del Cabildo, así como los religiosos varones de los
conventos de Santa Ana, San Francisco y el Carmen, así como dos cofradías y numerosos
pobres que acompañaban a su benefactor.
El cuerpo del fallecido trascurrió por
las parroquias de San Pedro y San Bartolomé hasta llegar a la antigua parroquia
del Salvador a la capilla de santo Tomás donde la familia Hoyos tenía su
capilla de enterramiento y donde se levantó un lujoso túmulo.
En 1623 al concluirse la primera
iglesia de la compañía fueron trasladados sus restos tal como se estipulaba en
los acuerdos fundacionales en los que se
reservaba la capilla Mayor de la iglesia para su enterramiento y sus
descendientes como Patrón de la casa jesuita de Carmona.
Tríptico de Santo Tomás (Santa María) procede
de la Capilla de los Hoyos del Salvador.
Pedro de Hoyos, Patrono fundacional de
la Casa de la Compañía en Carmona.
La familia Hoyos pertenecía a la
oligarquía local siendo escribanos públicos desde mediados del siglo XV, un
oficio que contaba con una importante
retribución económica, pues además de su alto salario recibían
porcentaje de las multas, y podía manipular en su provecho los bienes
comunales.
Don Pedro era hijo de Francisco de
Hoyos y de Isabel del Alcázar de reconocido linaje. Se casó con doña Polonia
Barba, original de Baeza, el matrimonio no tuvo descendencia. Tenía dos hermanos el jesuita Juan y otro
llamado Jerónimo. (PIZARRO
ALCALDE, Felipe: “Don Pedro de Hoyos y Escamilla: un oligarca carmonense en el
Siglo de Oro” en Estela).
Según la crónica fundacional Don Pedro
de Hoyos realizó con honestidad su función como escribano tal como recogía su
lauda sepulcral hoy perdida: “...corto para sí, liberal para otros; bueno de su
natural; negociador para Dios, dando a su Majestad la ganancia en vida:
recogedor de operarios espirituales, que cultivasen mejor las conciencias, que
los temporales, las vegas y campiñas: conservador celoso de doncellas vecinas
honestas para matrimonios santos. Limosnero general cuyos bienes dados por Dios
en la tierra les siguieron al cielo, donde los halló en mejorado tesoro”
En vida don Pedro mostró su interés
por ayudar a los más menesterosos de la ciudad a los que regalaba ropa, medias,
jubones, calzones, ropillas y zapatos que repartiese entre los niños pobres de
las parroquias y sobre todo preocupados por la situación de mujeres pobres como
testimonia las dos fundaciones que decidió realizar para continuar esta labor
caritativa tras su muerte. En unión de su esposa dotará la futura creación en
Carmona de un colegio de los jesuitas no sólo para la mejora espiritual de los
fieles sino también de los niños pues los religiosos debían crear y mantener escuelas
gratuitas de gramática y un Patronato destinado a casar doncellas pobres y
vecinas de Carmona, por contar la ciudad con numerosas mujeres necesitadas, que
estaban en riesgo de “perder la honestidad” por su pobreza y ofender a Dios.
San Teodomiro. Grabado 1761.Figura en el libro El
curioso carmonense(1787).
La administración de los fondos del
Patronato desencadenarán años más tarde un fuerte pleito entre diversas
familias oligarcas por su administración ya que anualmente se dotaba a quince doncellas
pobres casaderas, vecinas de Carmona, evitando así su prostitución que era la
salida más habitual para las pobres. El día de San Teodomiro debían estar
casadas e ir a la iglesia jesuita con su marido para recibir públicamente la
limosna. En las escrituras de la fundación se estipula también que la fiesta
principal tendría lugar el día de San Teodomiro.