Las constituciones antiguas anteriores de la Orden al siglo XVI no contenían la celebración de ninguna fiesta propia dedicada a la Virgen, conmemorándose sólo las de la Natividad, la Anunciación, la Purificación y la Asunción como se estipula en muchas de las Bulas pontificias para la fundación de los conventos. Las Constituciones suspendían el ayuno en estas fiestas, como recoge el capítulo general celebrado en Bolonia en 1320, práctica excepcional de los Siervos que de esta manera celebraban festivamente las fiestas marianas, llegando incluso a suspender el ayuno de los viernes si coincidía con la fiesta de la Natividad de María (CA, cap. VIII).
La Natividad de la Virgen (8 de
septiembre).
La
celebración del Nacimiento de la Bienaventurada Virgen María ocupa desde los primeros años de la fundación
un papel preponderante en la liturgia de los Siervos, como se recoge en las
Constituciones Antiguas que prescriben la celebración de una octava con rito doble que se imponía a cualquier
fiesta incluida el domingo con la salvedad de la fiesta de la cruz (día 14 de septiembre). La octava había sido
decretada en el Concilio de Lyon (1245) por Inocencio IV como cumplimiento de
un voto hecho por los cardenales en el cónclave de 1241, cuando estuvieron
presos tres meses del Emperador Federico II.
El origen
de la fiesta de la Natividad se encuentra en la liturgia bizantina sobre el
siglo V y fue colocada el 8 de septiembre por coincidencia del inicio del año
litúrgico que terminaba con la fiesta de la Asunción y se inauguraba con la
conmemoración del inicio de la obra de la Redención. En el siglo VII aparece ya
en Occidente en el calendario Reims
(614-631). El Papa Sergio I (+701) ordena en Roma una procesión y prescribe las letanías en Roma.
FOTO: REUNIÓN DE LOS FUNDADORES EN VILLA CAMARZIA. Claustro
Stma. Annunziata
La
celebración al comienzo del año litúrgico le otorgó a esta fiesta una gran
preponderancia sobre otras, llegando a declararse de precepto y a fijar la
celebración de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre. La Natividad al
inicio del ciclo influyó en la idea de que en ese día la Orden de los Siervos
tuvo su origen, en 1233 fueron suspendidas por el Papa todas las celebraciones
en Florencia al ser afectada por el entredicho, pero los siervos obtuvieron el
privilegio de poder celebrarla «ob memoriam institutionis huius Ordinis» (por
ser memoria de la institución de la Orden). El día de la Virgen es también el
día del nacimiento de la Orden, conmemorándose además en diversos conventos
con la presencia de autoridades y procesiones públicas como es el caso de
Bolonia, Borgo San Petronio, Vizenza... en 1404, en la fiesta de la Natividad
en Florencia es elegido Antonio de Siena prior de Monte Senario con el que se
retoma la vida eremítica y resurgimiento del Senario.
Algunas tradiciones de la Orden
fijaron en la fiesta de la Natividad la
celebración de una de las apariciones marianas que determinan la fundación de los Siervos de María con la concesión
del hábito y del escapulario a los Siete
Santos Fundadores para otros cronistas en ese día tuvo lugar la decisión de
aquellos mercaderes de retirarse juntos a villa Camarzia dando origen a la
Orden de los Siervos.
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