martes, 14 de agosto de 2018

LA FIESTA DE LA ASUNCIÓN EN EL ORIGEN DE LA ORDEN DE LOS SIERVOS.

Nuestra Orden o mejor dicho los siervos de la Bienaventurada Virgen María tiene como fecha de fundación la fiesta de la Asunción de María. Una tradición fundada en el documento más antiguo en la historia de la Orden que se llama "Leyenda de los Orígenes" escrita en 1317, fija como fecha de nacimiento el 15 de Agosto de 1233, año en que siete comerciantes florentinos varones se retiraron a Cafagio y más tarde a Monte Senario en las afueras de la ciudad de Florencia en Italia, abandonando sus casas, familias y negocios para dedicarse a una vida de oración y penitencia, reunidos en nombre de Dios y de la Santísima Virgen María.




ENTREGA DEL ESCAPULARIO A LOS PADRES FUNDADORES

DOMENICO GABBIANI.Boceto para el techo de Monte Senario. Galleria delle uffizi

Aunque la creencia de la comunidad cristiana en que María fue asunta al cielo es muy antigua su evolución teológica hasta convertirse en Dogma católico ha durado casi más de 1500 años.

Es una verdad que aunque no recogida en las Sagradas Escrituras directamente si es verdad que la tradición y la reflexión teológica ha encontrado una explicación lógica como consecuencia de la unión perfecta de María con su Hijo. La asunción es el efecto pleno de la unión de María con el Hijo en el orden de la fe.

La asunción nos remite al misterio pascual. ¿Por qué resucitó Jesús? La Escritura responde que la resurrección -tanto de Jesús como de sus discípulos- no es un fenómeno puramente determinista, es decir, regulado por leyes químicobiológicas; en su raíz, es la consecuencia de una opción moral.

Efectivamente, para Jesús la resurrección fue la respuesta del Padre a su obediencia: "Se anonadó a sí mismo tomando la naturaleza de siervo... y en su condición de hombre se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz... Por ello Dios le exaltó "(Flp 2,7-9). Igualmente, para los cristianos hay resurrección si escuchan la voz del Hijo de Dios y creen en él. Dice así Jesús: "En verdad, en verdad os digo que llega la hora, y es ésta, en que los muertos escucharán la voz del Hijo de Dios, y los que la escucharen vivirán... Llegará la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz y saldrán; los que obraron bien resucitarán para la vida, y los que hicieron el mal resucitarán para la condenación" (Jn 5,25-29). "Es voluntad de mi Padre que todo el que vea al Hijo y crea en él tenga vida eterna y yo lo resucite en el último día" (Jn 6,40).

Y esto es lo que pasó con María. Ella participa de la resurrección de Cristo en cuanto que estuvo perfectamente unida con él, escuchando su palabra y poniéndola en práctica. Su misma maternidad carnal estuvo precedida y se hizo posible por el fiat, es decir, por el asentimiento libre que María prestó al ángel Gabriel cuando le anunció la propuesta que Dios le hacía. Pues bien, la asunción es la epifanía de la transformación tan profunda que la semilla de la palabra divina produjo en María, en la integridad de su persona. Decía Jesús: "Mis palabras son espíritu y vida" (Jn 6,63).

La liturgia actual de la Asunción, en la misa de la vigilia, sintetiza oportunamente la dimensión física y moral que María contrajo con Jesús. La primera lectura, sacada de 1 Crón 15,3-4.15-16; 16,1-2, tiene como tema el arca de la alianza, símbolo profético de la Virgen madre, que llevaría a Dios en su seno como arca de los tiempos nuevos. El paso evangélico de Lc 11,27-28 recoge la alabanza materna que una humilde mujer del pueblo tributó a Jesús: "¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron!" En su respuesta, Jesús desplaza el acento de esta bienaventuranza: "Dichosos más bien los que escuchan la palabra de Dios y la practican". Esto quiere decir que María atrajo las complacencias de Dios por haber llevado a Jesús en su corazón más aún que en su seno.

Aquí está la raíz de su glorificación junto a su Hijo. Al convertirse en sede de la Sabiduría encarnada, se hizo partícipe de la inmortalidad, de la incorrupción: un don, dicen los libros del AT, del que es dispensadora la Sabiduría, es decir, la acogida amorosa hecha a los designios de Dios expresados en las Escrituras (cf Sab 6,17-20; 8,17; Prov 8,35; etcétera).

La doctrina bíblico-judía, la paternidad o maternidad espiritual lleva consigo también, entre otras cosas, la ejemplaridad. Esto quiere decir que un padre o una madre espiritual son modelo para sus hijos (cf, p. ej., lCor 4,15-16; 1Pe 3,6; Jn 8,39). Aplicando el discurso a María en cuanto madre de la iglesia siguiendo la Lumen Gentium y la doctrina del Vaticano II, significa que cualquier aspecto de su persona (virtudes, privilegios, etc.) tiene una repercusión eclesial, es decir, se convierte en figura, tipo, ejemplo de lo que la iglesia tiene que ser, en la fase peregrinante y en la gloriosa; por lo que  la Asunción anticipa en la persona individual de María el estado de la iglesia entera en la vida del "mundo venidero".



 

FOTO ASUNCIÓN MONTE SENARIO

Giuseppe Bezzuoli pintó la gran pintura de la Asunción (detrás del altar mayor de Monte Senario).

 

Los Siervos de María unidos a Ella, teniéndola como Madre y Maestra, siguiéndola como discípula de su Hijo, descubren en este misterio la esperanza, la realidad prometida a todos los que mueren en Cristo.   


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