En el calendario litúrgico de la Orden de los Siervos de María se recoge como Memoria la celebración de la Misa que con el título Beataae Mariae Virginis gratiae Matris ac Mediatricis aprobó en el año 1971 la Sagrada Congregación para el Culto Divino en fiel armonía con la doctrina del Concilio Vaticano II, p0ara celebrar a la vez la función maternal y el papel mediador de la santísima Virgen. El origen de esta conmemoración se encuentra en la que el Papa Benedicto XV concedió en el año 1921 a toda la nación belga el oficio y la misa de santa María Virgen Medianera de todas las gracias.
UN TEMA CONTROVERTIDO EN
TEOLOGÍA
La
Mariología desarrollada por el Concilio Vaticano II recuerda el de «Mediadora» entre los títulos
atribuidos a María en el culto de la Iglesia; la Constitución Dogmática sobre
la Iglesia, Lumen Gentium, confirma el valor de la verdad que expresa. El
Concilio tuvo cuidado de no vincular este título mariano con ninguna teología
de la mediación, sino sólo de enumerarlo entre los demás títulos que se le
reconocían a María. Por lo demás, el texto conciliar ya refiere el contenido
del título de «Mediadora» cuando afirma que María «continúa procurándonos con
su múltiple intercesión los dones de la salvación eterna».
El
Concilio afirma que María «es nuestra
madre en el orden de la gracia». Este título aclara que la Virgen coopera con
Cristo en el renacimiento espiritual de la humanidad. Posteriormente en la
encíclica “Madre del Redentor” (Redemptoris Mater) se afirma que «la mediación de María está íntimamente unida
a su maternidad y posee un carácter específicamente materno que la distingue
del de las demás criaturas».
La
mediación materna de María no hace sombra a la única y perfecta mediación de
Cristo. El Concilio afirma que «la misión maternal de María para con los
hombres de ninguna manera disminuye o hace sombra a la única mediación de
Cristo, sino que manifiesta su eficacia». No tiene su origen en ninguna
necesidad objetiva, sino en que Dios lo quiso así.
¿Qué
es, en verdad, la mediación materna de María sino un don del Padre a la
humanidad? Por eso, el Concilio concluye: «La Iglesia no duda en atribuir a
María esta misión subordinada, la experimenta sin cesar y la recomienda al
corazón de sus fieles».
TEXTO PARA LA EUCARISTÍA
(Misal propio de la Orden):
http://servidimaria.net/sitoosm/es/textos-osm/libros-liturgicos-osm/misal/mgracia.pdf
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