Cuatro siglos de devoción servita. (II)
Orígenes de
la Corona
se puede suponer que este ejercicio piadoso haya nacido de la aplicación de la
estructura del Rosario a la costumbre, ya referida, de meditar cotidianamente
los siete dolores de la Virgen. En el siglo XVII pues, el Rosario se presentaba
para los Siervos como un punto de referencia fiable por la aprobación de que
gozaba, por su estructura bien definida, por la difusión que había alcanzado
entre los fieles. no se puede establecer con precisión en qué año, en qué lugar
y por obra de quién la Corona haya recibido su estructura clásica o forma
recepta.
Una forma incipiente de la Corona de la
Dolorosa se puede encontrar en un ejercicio piadoso al que Pablo V († 1621)
concede indulgencias en el breve Cum
certas unicuique del 14 de febrero de 1607. Este documento pontificio
concede numerosas indulgencias a los ejercicios de piedad que practicaban los
hermanos y hermanas de las “Confraternite di santa Maria” erigidas por los
Siervos. Entre otras cosas, el Papa concede sesenta días de indulgencias a
quienes reciten, el sábado, siete Padre Nuestros y siete Ave Marías, en honor
de los siete dolores de la Santísima Virgen María. - los siete Padre Nuestros -
la referencia explícita a los siete dolores de la Virgen - el “siete” como
número clave del ejercicio de piedad. Sin embargo, las siete Ave Marías, parte
del ejercicio de piedad indulgenciado por Pablo V, no son aún las “siete
septenas” del Ave María que constituirán un elemento fundamental de la Corona
de la Dolorosa y que le conferirá el ritmo litánico que lo caracteriza.
Los
misterios dolorosos del Rosario Una segunda forma incipiente de la Corona de
la Dolorosa se puede encontrar en una especie de “adaptación del Rosario”
propuesta por fr. Arcangelo Ballottini de Bolonia (†1622), uno de los
principales artífices del incremento del culto de la Dolorosa en la
espiritualidad de la Orden. En la obra Fonte
salutifera di Giesù ornata di considerazioni, meditazioni e soliloquij divoti e
affettuosi, editada en Venecia (1608), exhorta a los terciarios a recitar
cada día los misterios dolorosos del Rosario y sugiere que se considere con
particular atención el dolor causado por la pasión del Hijo en el corazón de la
Madre para lo que compuso siete “meditaciones sobre los misterios sagrados de
la pasión de Jesucristo y la compasión de su piadosísima Madre y éstos los he
distribuido en siete apartados, porque siete son los días de la semana, para
que cambiando cada día los puntos de meditación, más devoción guste el alma y
más consolación el cuerpo”
La operación cultual realizada por Ballottini
es sencilla y, al mismo tiempo, audaz:
- Sencilla, porque sobre una estructura ya
consolidada como era el Rosario él introduce un elemento nuevo, “servita”: la
meditación explícita del dolor de la Virgen causado por los distintos episodios
de la pasión de Cristo.
- Audaz, porque separándose de la tradición
del Rosario, propone la recitación cotidiana de los misterios dolorosos, lo que
acentúa la contemplación de la pasión de Cristo en detrimento de la memoria de
los misterios gozosos y gloriosos.
Dos elementos propuestos por Ballottini
tendrán una influencia decisiva en la futura estructura de la Corona: la
cotidianidad de la meditación de los misterios dolorosos (la Corona de la Dolorosa
se convertirá también en cotidiana en la práctica devota de los terciarios
Siervos de María); la estructura del Rosario (la Corona tomará la estructura
del Rosario, aunque sustituyendo la “decena” de Ave Marías por la “septena”).
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