domingo, 28 de mayo de 2017

LA CORONA DOLOROSA. II



Cuatro siglos de devoción servita. (II)
Orígenes de la Corona se puede suponer que este ejercicio piadoso haya nacido de la aplicación de la estructura del Rosario a la costumbre, ya referida, de meditar cotidianamente los siete dolores de la Virgen. En el siglo XVII pues, el Rosario se presentaba para los Siervos como un punto de referencia fiable por la aprobación de que gozaba, por su estructura bien definida, por la difusión que había alcanzado entre los fieles. no se puede establecer con precisión en qué año, en qué lugar y por obra de quién la Corona haya recibido su estructura clásica o forma recepta.
Una forma incipiente de la Corona de la Dolorosa se puede encontrar en un ejercicio piadoso al que Pablo V († 1621) concede indulgencias en el breve Cum certas unicuique del 14 de febrero de 1607. Este documento pontificio concede numerosas indulgencias a los ejercicios de piedad que practicaban los hermanos y hermanas de las “Confraternite di santa Maria” erigidas por los Siervos. Entre otras cosas, el Papa concede sesenta días de indulgencias a quienes reciten, el sábado, siete Padre Nuestros y siete Ave Marías, en honor de los siete dolores de la Santísima Virgen María. - los siete Padre Nuestros - la referencia explícita a los siete dolores de la Virgen - el “siete” como número clave del ejercicio de piedad. Sin embargo, las siete Ave Marías, parte del ejercicio de piedad indulgenciado por Pablo V, no son aún las “siete septenas” del Ave María que constituirán un elemento fundamental de la Corona de la Dolorosa y que le conferirá el ritmo litánico que lo caracteriza.

Los misterios dolorosos del Rosario Una segunda forma incipiente de la Corona de la Dolorosa se puede encontrar en una especie de “adaptación del Rosario” propuesta por fr. Arcangelo Ballottini de Bolonia (†1622), uno de los principales artífices del incremento del culto de la Dolorosa en la espiritualidad de la Orden. En la obra Fonte salutifera di Giesù ornata di considerazioni, meditazioni e soliloquij divoti e affettuosi, editada en Venecia (1608), exhorta a los terciarios a recitar cada día los misterios dolorosos del Rosario y sugiere que se considere con particular atención el dolor causado por la pasión del Hijo en el corazón de la Madre para lo que compuso siete “meditaciones sobre los misterios sagrados de la pasión de Jesucristo y la compasión de su piadosísima Madre y éstos los he distribuido en siete apartados, porque siete son los días de la semana, para que cambiando cada día los puntos de meditación, más devoción guste el alma y más consolación el cuerpo”
La operación cultual realizada por Ballottini es sencilla y, al mismo tiempo, audaz:
- Sencilla, porque sobre una estructura ya consolidada como era el Rosario él introduce un elemento nuevo, “servita”: la meditación explícita del dolor de la Virgen causado por los distintos episodios de la pasión de Cristo.
- Audaz, porque separándose de la tradición del Rosario, propone la recitación cotidiana de los misterios dolorosos, lo que acentúa la contemplación de la pasión de Cristo en detrimento de la memoria de los misterios gozosos y gloriosos.

Dos elementos propuestos por Ballottini tendrán una influencia decisiva en la futura estructura de la Corona: la cotidianidad de la meditación de los misterios dolorosos (la Corona de la Dolorosa se convertirá también en cotidiana en la práctica devota de los terciarios Siervos de María); la estructura del Rosario (la Corona tomará la estructura del Rosario, aunque sustituyendo la “decena” de Ave Marías por la “septena”). 

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