18 de diciembre.
La celebración de la Eucaristía y
Procesión de la imagen de nuestro Niño Jesús tendrá lugar este año en las
vísperas de Navidad debido a que la fiesta de la Sagrada Familia- día que tradicionalmente
lo viene haciendo- se celebra el viernes día 30 al caer la solemnidad de la
Natividad y de Santa María Madre de Dios en los dos domingos de este tiempo. La
celebración en este día de la festividad de la Expectación o de Nuestra Señora
de la O en la que la Iglesia se regocija ya por el pronto nacimiento del Mesías
lo hace muy apropiado, dentro de las celebración de la octava previa conocida
por la aclamación de las Antífonas Mayores y en las que antiguamente se
iniciaba el tiempo litúrgico de la Navidad.
La Eucaristía se celebrará como siempre en
el templo de Santa María y coincidente con la Misa parroquial a las 11,00 hrs.
A continuación se celebrará la procesión con la Imagen que recorrerá diversas
calles y se recogerá en esta ocasión en la iglesia conventual de las Descalzas,
ya que en ese día la Hermandad de la Esperanza celebra la Función a su Titular
en el Salvador.
LAS ANTÍFONAS MAYORES
Las antífonas mayores son breves oraciones dirigidas a
Jesucristo, que condensan el espíritu del Adviento y la Navidad.
Según el concilio de Zaragoza (año 380),
el 17 de diciembre era el día inicial de la Navidad, e idéntica fecha eligió la
liturgia de la Iglesia Romana para comenzar la segunda etapa del Adviento,
dedicada a preparar más directamente las fiestas navideñas, lo que imprime un
carácter especial a las lecturas y oraciones de la liturgia.
Las lecturas de la Liturgia Eucarística,
Oraciones Presidenciales, y la propia liturgia de las horas están dirigidas a
animar y recordar el pronto nacimiento de Jesús tal como cantan las “antífonas mayores”, que se cantan en
Vísperas.
Todas ellas comienzan por la exclamación
admirativa “O” (en latín, en español comienzan por “Oh”) y van seguidas por los
títulos divinos del Verbo encarnado. La liturgia romana contemporánea conserva
las 7 más primitivas. En la antigüedad, se cantaban con especial solemnidad en
las catedrales y monasterios, reservando una antífona para cada una de las
dignidades de la comunidad, que la entonaba solo. Después le respondía el coro,
repitiéndola. Son un magnífico compendio de la cristología y, a la vez, un
resumen expresivo de los deseos de salvación de toda la humanidad, tanto del
Israel del Antiguo Testamento como de la Iglesia del Nuevo.
. Todas comienzan expresando la
sorpresa de la Iglesia ante el misterio de un Dios hecho hombre, por lo
que dice con asombro: “Oh”. La colocación de esta aclamación inicial sirve para
subrayar la fascinación de quien contempla algo inaudito, verdaderamente
admirable. Continúan las antífonas con una comprensión cada vez más profunda
del misterio de Cristo, sirviéndose de títulos y expresiones de la Biblia.
Jesús es aclamado como Sabiduría, como Pastor, como Sol, como Rey, como
Dios-con-nosotros. Todos estos títulos son necesarios para comprender mejor la
identidad del Señor Jesús, aunque todos ellos son insuficientes, ya que el
misterio de Cristo nunca puede ser totalmente explicado con palabras. De ahí
que la exclamación admirativa “Oh”, con la que inicia cada una de las
antífonas, sea tan importante.
Después de aclamar a Cristo con títulos
diversos, todas las antífonas terminan con la súplica: “ven” y una indicación
de los efectos que se esperan de su venida: la liberación del pecado y de la
muerte, la enseñanza de la verdad, la salvación eterna. Además de cantarse en
Vísperas, se proponen, algo resumidas, como versículo del aleluya antes del evangelio
de la Misa.
En el original latino, comienzan de la
siguiente manera:
O Sapientia = sabiduría, Palabra
de Dios dirigida a los hombres.
O Adonai = Señor poderoso (así se nombra a
Dios en el Antiguo Testamento).
O Radix = raíz, renuevo de Jesé
(padre de David).
O Clavis = llave de David, que
abre y cierra.
O Oriens = oriente, sol, luz.
O Rex = rey de paz.
O Emmanuel = Dios-con-nosotros.
Leídas en sentido inverso, las iniciales
latinas de la primera palabra después de la “O”, forman el acróstico “ero cras”,
que significa “seré mañana, vendré mañana”. Estamos, finalmente, ante la
respuesta del Mesías a la súplica de sus fieles, que le dicen: “Ven pronto”.
Esta idea, escondida en las antífonas, se formula con claridad en los textos
litúrgicos del día 24 por la mañana: «Hoy sabréis que viene el Señor, y mañana
contemplaréis su gloria»; «Mañana será el día de vuestra salvación, dice el
Señor de los ejércitos»; «Mañana quedará borrada la maldad de la tierra y será
nuestro Rey el Salvador del mundo»; «Mañana quedará borrada la iniquidad de la
tierra y sobre vosotros reinará el Salvador de mundo». Por la tarde, la
Iglesia afirma convencida: «Cuando salga el sol, veréis al Rey de reyes,
que viene del Padre, como el esposo sale de su cámara nupcial». Los anuncios de
los profetas, las esperanzas de la Iglesia, finalmente, van a tener
cumplimiento.
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