martes, 20 de diciembre de 2016

CARTA DEL PRIOR GENERAL CON MOTIVO DE LA NAVIDAD.





 
Queridos Hermanos y Hermanas de la Familia de los Siervos¡

 

Dentro de pocas semanas celebraremos una vez más la Navidad en la iglesia y en nuestras familias con gran solemnidad, con los regalos y con todo lo que es costumbre propia de la Navidad. Por experiencia la fiesta pasará tan rápido como ahora rápidamente se acerca. En este ciclo repetido anualmente, me he hecho siempre la pregunta ¿Qué queda para mi después de la fiesta, que permanece después de la Navidad para mi vida de fe?.

Recuerdo que en mi juventud he encontrado una respuesta a mi pregunta en la palabras de la lectura de Navidad (1) “la gracia de Dios se ha  manifestado para salvar a todos los hombres y nos ha enseñado a renunciar a la irreligiosidad y a los deseos mundanos, para que vivamos ya desde ahora, de una manera sobria, justa y fiel a Dios” (7-2, 11-12). Lo que queda de la Navidad es la gracia de Dios aparecida en el niño Jesús, que nos salva y nos enseña a negar los deseos mundanos y a vivir con sobriedad, justicia y piedad. Esta respuesta la podía aceptar y buscaba implementarla en mi vida. Con la experiencia que he acumulado en los años, hoy tengo que confesar, sin embargo, que para entonces entendía mal estas palabras según la doctrina equivocada del Pelagianismo. Creía todavía que habría debido realizar una vida sobria, justo y devoto solo con mis esfuerzos.

Al mismo tiempo me llegó casi como un don el poder corregir esta ignorancia juvenil. Fue la ocasión del retiro espiritual, durante los estudios de gimnasio, que el predicador de los ejercicios, interpretaba para nosotros la palabra de navidad de Angelus  Silesius (2) “Si Cristo hubiera nacido mil veces en Belén y no en ti estarías perdido por toda la eternidad”. Hasta hoy recuerdo su interpretación de las palabras “Si Cristo hubiera nacido mil veces en Belén y no en ti”, las palabras “en Ti” significan que algo sucede “en  nosotros” en Navidad, que somos capaces de tolerar que Dios actúa “en nosotros”, que dejamos suceder que Jesús podrá nacer “en nosotros”. En síntesis, se trata de la gracia y de nuestra tolerancia a ¡dejar actuar a Dios en nosotros y no simplemente nuestra voluntad. He  comprendido esto entonces con ocasión de dicho retiro.

Honestamente se tiene que admitir que el “tolerar o dejar que otro actúe en mi” no es un modelo de comportamiento que podría entusiasmar espontáneamente a los hombres modernos. Ya que queremos ser activos y no pasivos. Porque queremos ser percibidos por los demás como  hombres activos. Por eso también como representantes y miembros de la Iglesia concentramos nuestras energías más bien y demasiado a menudo en los problemas intelectuales de la fe en Dios o en los desafíos organizativos de la Iglesia y las necesidades de actuar que ellas exigen. Al mismo tiempo arriesgamos continuamente reducir a Dios y nuestra relación con él a un verdadero rompecabezas y a una tarea de organización y a las instituciones resultantes. Nuestra relación con Dios, sin embargo, no es ni un rompecabezas, ni un problema de organización. ¡Estar en relación con Dios significa siempre abrirse con cautela, entrar en un dialogo, escuchar a Jesucristo el Dios “en nosotros”. Como testimonio de la belleza y de la importancia del compromiso arriesgado de entrar en relación con Dios, que hoy a menudo no ya no se considera moderna, quiero citar un texto de fray Giovanni M. Vannucci (3), uno de los autores espirituales eminentes de nuestra Orden: “No son los filósofos que nos revelan el misterio profundo de Dios, sino que es Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado crucificado y que Dios después de la muerte ha hecho resucitar, Jesucristo es el libro de Dios, es el tratado De incamatione Verbi (4)escrito en la carne y en la sangre de un hombre, que era Hijo del hombre e Hijo de Dios. Dios nos habla siempre mediante cosas concretas. Jamás ha definido lo que es el mismo, sin embargo, en Cristo, en los Santos, en la Virgen, nosotros vemos lo que es Dios. Así en nosotros Dios no pide palabras, ni sentimientos, sino la total consagración de nuestra vida. Y mediante nuestra consagración y encarnación del misterio divino Dios quiere comunicar su verdad y también la verdad de los hombres nosotros .Piensen, el rostro sereno y sonriente de un fraile, el corazón humanísimo de un fraile revela a Dios a los hombres. Y revelando a Dios, revela a los hombres lo que el hombre puede ser cuando vive su pleno misterio, que es un misterio terreno y un misterio celestial, humano y divino, visible e invisible, la revelación de Dios en nuestra carne, en nuestra dimensión humana en nuestro perfil humano. Dios tiene que revelarse mediante una luz nueva, mediante pensamientos nuevos, sentimientos nuevos, un modo de actuar diferente, una luminosidad es la humanidad de Dios completamente religioso. Y esta luminosidad es la humanidad de Dios completamente florecida en una criatura que cree en Dios en la vida religiosa

Queridos hermanos y hermanas, estos son mis deseos de Navidad para ustedes; que puedan tolerar y dejar acaecer nuevamente que Jesús, el Hijo de Dios, pueda nacer en nosotros. ¡El Hijo de Dios que quiere revelarse mediante la luz nueva, los pensamientos nuevos, los sentimientos nuevos, la manera de actuar diferente y la luminosidad del rostro de cada persona creyente y religiosa!

¡De corazón a todos lers deseo, también en nombre de todos los hermanos de nuestra comunidad de la Curia General de San Marcelo en Roma, una Feliz Navidad un Próspero Año Nuevo!

  !

fray G ottfried M. W olff, O.S.M.

Prior General

Roma, 27 de noviembre de 2016

Primer Domingo de Adviento

Prot. 400/2016

 

1 Segunda lectura de la Misa de Navidad en la noche.

2 Angelus Silesius: Nombre latín asumido en el bautismo católico del poeta alemán Johann Scheffler (Breslavia

1624 - ivi 1677). Estudió en las universidades de Estrasburgo, Leida y Padua, donde en 1640 se alureó en

medicina. Convertido en 1653 al catolicismo tomó en 1661 las órdenes sacerdotales.

3 Giovanni M. Vannucci (1913 - 1984): Fraile Siervo de María y teólogo italiano. En 1967 inició una nueva

comunidad dedicada al trabajo, a la hospitalidad y oración; La Ermita de San Pietro a Le Stinche, en el Chianti.

Sus actividades y su enseñanza fueron de inspiración para varias comunidades de los Siervos de María a Le

Stinche e Montefano (Centro studi biblici Giovanni Vannucci) y para fray Ermes M. Ronchi Siervo de María

teòlogo.

4 Tratado teològico D ell’Incarnazione.


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