El día 25 de octubre celebramos
la memoria del Beato Juan Ángel Porro nació en el ducado de Milán el año 1451.
Ingresó en la Orden y vivió primero en el convento milanés de santa María; más
tarde, fue trasladado a Florencia. Se retiró a Monte Senario, permaneciendo
allí casi veinte años, para dedicarse por completo a la penitencia y a la
contemplación. Finalmente regresó a Milán, en donde se ocupó de manera especial
de la cristiana educación de los niños: “todos los días festivos, a pesar de su
cargo de prior, reunía en la entrada de la iglesia o por las calles, a los
niños y los instruía en la doctrina cristiana”. Así lo atestigua un
bajorrelieve de mármol de mediados del siglo XVI, que representa al beato Juan
ángel adoctrinando a los niños en la iglesia. En el beato Juan Ángel
encontramos el modelo y ejemplo de una vida centrada en la contemplación y en
el conocimiento de Dios, que constituye un valor permanente para nuestra Orden,
y sobretodo su preocupación por la trasmisión de la fe a los más pequeños. Murió
el 23 de octubre de 1505. El papa Clemente XII lo proclamó Beato en 1737.
Su cuerpo, casi incorrupto, se
guarda con gran veneración en la iglesia de san Carlos, llamada en otro tiempo
de santa María de los Siervos. Existe una antigua y piadosa tradición según la
cual los niños enfermos son llevados al sepulcro del beato Juan Ángel para ser
curados por su intercesión “
Oración Interceda, Señor, por nosotros, el beato Juan Ángel,
admirable por su empeño en promover la auténtica vida religiosa y en difundir
la doctrina cristiana, a fin de que, fijo en ti nuestro corazón, perseveremos
en una vida conforme al Evangelio y seamos inflamados de fervor apostólico. Por
Jesucristo nuestro Señor.
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