8 de mayo
En el Misal propio de la Orden de
los Siervos aparece como Memoria opcional la conmemoración de la Santísima
Virgen como Mediadora. Este tema fue largamente discutido por el Concilio Vaticano II que estudió el papel de
la Santísima Virgen en la vida de la Iglesia pues ya que con anterioridad hubo
un importante movimiento que anhelaba la institución del dogma de la mediación
mariana en la economía de la Redención.
Nuestro actual palio desarrolla
en sus elementos iconográficos el tema
de María como Madre y Mediadora en la obra de la Salvación según expone el
Concilio: «[La Virgen María] con su amor materno cuida de los hermanos de su
Hijo, que todavía peregrinan y se hallan en peligros y ansiedad hasta que sean
conducidos a la patria bienaventurada. Por este motivo la santísima Virgen es
invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro,
Mediadora. Lo cual, sin embargo, ha de entenderse de tal manera que nada quite
ni añada a la dignidad y eficacia de Cristo, único Mediador» (Lumen gentium,
62).
Desde tiempo inmemorial, se
invoca la mediación de la Madre de Dios para obtener las gracias de lo alto. La
fiesta litúrgica de la Mediación, fue decretada el 21 de enero de 1921, bajo
Benedicto XV y que generó un movimiento a favor de la declaración de un nuevo
dogma mariano aunque el Concilio Vaticano definió la función de santa María en
el misterio de Cristo y de la Iglesia y explicó cuidadosamente el significado y
el contenido de la «mediación» de la santísima Virgen: «La función maternal de
María para con los hombres de ningún modo oscurece ni disminuye la única
mediación de Cristo, sino que muestra su eficacia, En efecto, cualquier influjo
salvador de la santísima Virgen en los hombres nace, no de alguna necesidad
objetiva, sino del beneplácito divino y deriva de las superabundancia de los
méritos de Cristo, se apoya en la mediación de él, depende totalmente de ella,
y de ella obtiene toda su eficacia; en modo alguno impide la unión inmediata de
los creyentes con Cristo, sino que la favorece» (LG 60).
Como ya mencionamos en 1921, Benedicto XV a petición del cardenal Desiderio-José Mercier
(+ 1926), concedió a toda la nación belga el oficio y la misa de santa María
Virgen Medianera de todas las gracias, para que se celebrara el día 31 de mayo.
La Sede Apostólica concedió este mismo oficio y misa a muchas otras diócesis e
Institutos religioso que se lo habían pedido, con lo cual la memoria de santa
María Medianera se hizo casi general. Finalmente, el año 1971, la Sagrada
Congregación para el Culto Divino aprobó la misa que lleva por título Beataae
Mariae Virginis gratiae Matris ac Mediatricis que, en fiel armonía con la
doctrina del Concilio Vaticano II, conmemora a la vez la función maternal y el
papel mediador de la santísima Virgen.
Actualmente esta misa se celebra el día 8 de
mayo en el Misal propio de la Orden de los Siervos de María, y es la que aquí
se ofrece, con algunas variantes y añadiéndole el prefacio. El formulario,
naturalmente, celebra en primer lugar a Cristo, «verdadero Dios y verdadero
hombre, (… único Mediador, / viviente siempre para interceder por nosotros»
(Prefacio: cf. 1 Tim 2, 5: Hb 7, 25: Oración sobre las ofrendas, Oración
después de la comunión). Pero también recuerda a la santísima Virgen, «madre y
medianera de gracia», porque Dios Padre, «por misterioso designio de (su)
providencia» (Colecta: cf. Prefacio), la asoció a la obra de la redención
humana (cf. Colecta, Prefacio.) Madre de la gracia es la Virgen maría, porque
llevó «en (su) seno virginal al Dios y hombre verdadero» (Antífona de entrada)
y nos dio al mismo «Autor de la gracia» (Colecta; cf. Aleluya).
Medianera de la gracia es la
Virgen María, porque estuvo asociada a Cristo en la obra de procurarnos la
gracia suprema, esto es, la redención y la salvación, la vida divina y la
gloria sin fin (cf. LG 61). En el formulario la «mediación» de la santísima
Virgen es rectamente interpretada como una «generosa entrega de amor de madre»
(Prefacio): «de intercesión y de gracia, / de súplica y de perdón, / de
reconciliación y de paz» (Prefacio).
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