María Magdalena (Costanza)
Starace nació en Castellammare de Stabia (Nápoles) el 5 de septiembre de 1845.
Desde niña deseó consagrarse a Dios. En 1865, llevada por el amor hacia la
Madre Dolorosa, vistió el hábito de la Tercera Orden de los frailes Siervos de
la bienaventurada Virgen María, asumiendo el nombre de María Magdalena de la
Pasión. En 1867 emitió los votos religiosos en presencia del obispo de la
diócesis; él le dio el encargo de fundar la Piadosa Unión de las Hijas de María
para asistir las niñas en peligro. Aumentando rápidamente el número de las
niñas y de sus educadoras, en 1871 el obispo erigió canónicamente la Piadosa
Unión y nombró superior a M. Magdalena. Fue este el primer núcleo de la
Congregación de las Religiosas Compasionistas Siervas de María. M. Magdalena
murió en Scanzano de Stabia el 13 de diciembre de 1921 y ahí fue sepultada en
el santuario dedicado al Sagrado Corazón de Jesús. Benedicto XVI la declaró
Beata el 15 de abril de 2007
Del Oficio de Lecturas
Su única
gloria, ser Sierva de María
María Magdalena Starace nació en
Castellammare de Stabia (Nápoles) el 5 de septiembre de 1845. Bautizada con el
nombre de Constanza, desde joven mostró inclinación a la oración y al
recogimiento, favorecida aún por la educación de la madre, mujer piadosa, que
en el nacimiento, la había consagrada a la Virgen Dolorosa. Se conserva una
estatua pequeña de la Dolorosa junto a al cual hay un papelito, donde M.
Magdalena escribió: «Junto a esta Madre he crecido y educada». Fu enviada por
los papás en Institutos religiosos como interna, pero por motivos de salud tuvo
siempre que regresar a la familia. Mientras ella, había madurado el deseo y el
propósito de consagrarse al Señor y llegar a ser religiosa. A los quince años,
con el consentimiento del Confesor, hizo voto de pobreza, castidad y obediencia.
A los veinte años entró a formar parte de la Tercera Orden de los Siervos de
María, asumiendo el nombre de sor María Magdalena de la Pasión de Jesucristo.
El obispo de Castellammare, mons. Francisco Petagna (+1878) le dio el encargo
de enseñar catecismo a las niñas pobres y de dirigir dos asociaciones de
piadosos jóvenes.
En aquellos años, sobre todo en
el centro-sur de Italia, las condiciones de la población eran bastante
incómodas, aún por las constantes epidemias, que habían dejado una estela de muertos
y una número de niños huérfanos; M. Magdalena y algunas jóvenes Hijas de María
empezaron a visitarlas y a instruirlas. Cuando aumentó el número de huérfanas y
educadoras, las jóvenes las jóvenes rentaron una casa más grande y se
establecieron allí. En 1871 el obispo erigió canónicamente la institución y
nombró Superiora a M. Magdalena. También sus compañeras emitieron la profesión
de Terciarias Siervas de María.
En 1872 M. Magdalena adquirió una
quinta en Scanzano de Stabia, donde las hermanas se establecieron tomando el
nombre de Pobres de la compasión. La compasión, en su acepción más amplia,
quedará el estigma de la Congregación y constituye el carisma de las hijas de
Madre M. Magdalena. En el primer esquema de la Regla se lee: «El amor y la compasión
a Cristo Crucificado y a la Virgen Dolorosa llevan a la religiosa a tener
compasión al prójimo en todas sus necesidades sea del espíritu como del
cuerpo». En Scanzano había nacido el primer núcleo de lo que será la
Congregación de las Religiosas Compasionistas Siervas de María. M. Magdalena
Starace no se consideró jamás la Fundadora, pero la humilde ejecutora de la
obra que Dios le había confiado. Mons. Vincenzo M. Sarnelli (+1898), sucedió a
mons.Petagna, apreció y sostuvo la obra de sor M. Magdalena y llegó a ser él
mismo terciario Siervo de María .
La actividad de caridad y de
servicio del Instituto procedía con tenacidad y sin cansancio Solicitada por
obispo y párrocos la Madre Starace había abierto nuevas casa en Campania y en
Pulia para acoger a los enfermos y ancianos. El 1º de noviembre de 1893 el
Instituto fue agregado in perpetuo a la Orden de los Siervos de María.
Durante unos treinta años, hasta
1900, la vida de M. Magdalena fue caracterizada por grandes pruebas en el
cuerpo y en el espíritu, pero también por singulares favores celestiales. A las
pruebas sor M. Magdalena oponía el arma de la oración, la aceptación de la cruz
y el abandono a la voluntad de Dios. “Desde la cruz nos se baja –decía- sino se
resucita cuanto todo esta terminado”. Y a menudo repetía: “Mi Dos no te
comprendo, pero te adoro”.
Hasta la muerte M. Magdalena se
dedicó con pasión a la vida y actividad del Instituto, realizando viajes
fatigosos para visitar las casas, socorrer, aconsejar con la palabra y con los
escritos a religiosas, laicos, sacerdotes, favorecida por un particular carisma
de penetración de los corazones. Según un testimonio acreditado como del Beato
Longo, fundador de las obras del Santuario de Pompeya, se valió por medio del
consejo y experiencia de educadora. La caridad y el espíritu de iniciativa de
Starace se fueron preciosos durante la primera Guerra Mundial (1915-1918) y
después de la guerra, sobre todo a favor de las familias que se quedaron sin
sostén de padres y hermanos.
Con mucho sacrificios Madre
Starace construyó en Scanzano un Santuario dedicado al Sagrado Corazón y a la
Dolorosa. En 1920 la Madre Starace puso la primera piedra de la iglesia
dedicada a los Siete santos Fundadores y a la Dolorosa en Roma en la zona
Italia.
El 13 de diciembre de 1921 en
Scanzano de Stabia M. Magdalena Starace, afectada de la pulmonía, concluyó su
laboriosa existencia. En los funerales participaron muchos religiosos,
sacerdotes, laicos, autoridades y gente humilde y todos concordes en afirmar:
«Murió una santa». Los restos mortales de M. Magdalena en 1929 fueron
trasladadas de la tumba de familia al Santuario del Sagrado Corazón de
Scanzano. El epígrafe recuerda con eficaz síntesis la figura mortal y
espiritual de Madre M. Magdalena: «Vivió de la humildad, oración y sacrificio.
Su única gloria fue el ser Sierva de María». El Papa Benedicto XVI escribió en
el registro de los beatos M. Magdalena Starace el 15 de abril de 2007.
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