22 de septiembre
Los Siervos de María celebran
cada año la dedicación de la basílica de Monte Senario, el lugar donde los
siete primeros Padres pusieron los cimientos de la Orden, que allí encuentra,
en todas las épocas, motivo y estímulo para su renovación espiritual. Hasta el
siglo XVII la iglesia de Monte Senario llevó el titulo de «santa María de los
Siervos», pero el 4 de abril de 1717 quedó dedicada a la santísima Virgen de
los Dolores.
Del Oficio de Lecturas
Venid,
veamos el lugar que el Señor nos ha preparado, subamos al monte del Señor
El autor de la Leyenda sobre el
origen de la Orden, al describir el itinerario espiritual de los siete primeros
frailes Siervos de santa María, nos enseña cuán importante fue para ellos el
retiro y soledad en Monte Senario. Cuando llegaron allí, a finales del año
1245, o a comienzos del año siguiente, fue como si hubiera empezado una nueva
etapa del camino que Dios les había destinado. En efecto, Monte Senario fue
para nuestros siete Padres «la montaña preparada por Dios» y «reservada por la
divina providencia».
El hagiógrafo describe la
maravillosa naturaleza de aquel lugar como si la viera con los mismos ojos de
los siete Padres: una pequeña y acogedora planicie en el vértice del monte, una
fuente de agua purísima, un bosque tan bien ordenado como si lo hubiera
plantado una mano de hombre. Pero sobre todo lo presenta como idóneo para el
propósito de los siete Fundadores, «ya que estaba apartado de cualquier lugar
habitado y era plenamente adecuado para los que querían hacer penitencia en la
cumbre de él». Al darse cuenta de todas estas cualidades, los siete primeros
Padres saludaron Monte Senario con el nombre sagrado y bíblico de «monte del
Señor». El autor de la Leyenda nos presenta a los Siete cuando a la vista del
Senario, exclaman: «Venid, veamos el lugar que el Señor nos ha preparado,
subamos al Monte del Señor, lugar apropiado para nuestra vida de penitencia».
La ascensión de los Siete a la cumbre de aquel monte fue un signo y una imagen
de sus ascensiones espirituales.
Allí, en la cima del monte, los
Siete santos varones construyeron una domuncula, una pequeña casa para
habitación; para la oración y la celebración de los sagrados misterios,
edificaron una ecclesiola, una pequeña iglesia u oratorio, y lo dedicaron a
santa María, para demostrar su devoción a la Madre de Dios, su gloriosa Señora,
abogada y mediadora. Muy pronto, en la Orden de los Siervos, se introdujo la
costumbre, a imitación de los primeros Padres, de dedicar las iglesias a santa
María; leemos a este propósito en las Constitutionesantiquae: «Todas las
iglesias de nuestra Orden y su altar mayor serán edificadas y consagradas en
honor de nuestra Señora».
Las vicisitudes del culto a la
santísima Virgen en Monte Senario coinciden, casi, con las vicisitudes del
convento, el cual una y otra vez fue el centro de la renovación espiritual de
toda la Orden de los Siervos.
A finales del siglo XV, algunos
frailes que habían sido formados en Monte Senario, fundaron la Congregación de
la Observancia, con el fin de restituir a la Orden su primitivo fervor.
El año 1593, el papa Clemente
VIII, con la bula DecetRomdnumPontificem, aprobó canónicamente la Congregación
de Ermitaños de Monte Senario, que se difundió por la Toscana y el Lacio,
destacándose por las virtudes eminentes de sus miembros. Pero el año 1778,
Leopoldo, gran duque de Toscana, suprimió la Congregación de los Ermitaños, y
así el convento de Monte Senario volvió a la observancia común.
La humilde iglesia de Monte
Senario, derruida muchas veces por el correr del tiempo y las inclemencias, fue
constantemente restaura da y ampliada por obra de los frailes. También su
titulo fue cambiado más de una vez: al ser reedificada, el día 21 de septiembre
de 1621, fue dedicada a la Asunción de la santísima Virgen; luego, el año 1717,
restaurada y debidamente consagrada, fue dedicada a la Virgen Dolorosa y a san
Felipe Benicio. El año 1918, el papa Benedicto XV, con la carta apostólica In
Senario Monte, promovió la venerable iglesia a la categoría de basílica menor.
Todos los Siervos y Siervas de
María consideran Monte Senario como un lugar sagrado y como la cuna y patria
espiritual de la Orden: porque guarda la memoria de los orígenes de la Orden y
conserva los cuerpos de los siete santos Padres, la reliquia más preciada.
Monte Senario recuerda a los Siervos cual debe ser su vida: austera y
penitente, laboriosa y orante, acogedora y fraternal, escondida en Dios y
solícita de las necesidades de los hermanos.
La basílica de Monte Senario y
todas las iglesias de la Orden que posteriormente han sido dedicadas a santa
María recuerdan a los Siervos muchos elementos de su espiritualidad: en primer
lugar, que están dedicados al servicio de la Madre de Cristo y que toda su vida
y su actividad apostólica se desarrollan bajo el patrocinio de la Señora;
luego, que es deber suyo procurar que todas las iglesias de la Orden sean un
testimonio de la devoción de la Iglesia y de los Siervos a la Madre de Dios;
finalmente, que han de convertirse ellos mismos en un templo de Dios santo (cf.
1Co 3, 17) del mismo modo que la Virgen María, acogiendo el Verbo del Señor en
su corazón inmaculado y en su seno virginal, se convirtió en excelsa morada de
Dios.