Con motivo de
la Solemnidad de Cristo Rey y a tenor de la Regla de Vida, nuestra Fraternidad
dedicará fervorosos cultos al Señor de la Divina Misericordia durante los
días 23 al 25 de noviembre:
Viernes, día
23 a las 19:00 horas.
Misa pro Difuntos
Preside y
Predica el Rvdo. D. Sergio García Rojas.
Se aplicará
por todos los hermanos y bienhechores fallecidos en especial por los de este
año y en memoria del religioso servita Fray Antonio Moreno López.
Sábado, día
24. De 11 a 14 horas y de 18 a 20 horas
Solemne Besamanos
Domingo, día
25, a las 13 horas.
Solemne Celebración de la Eucaristía
Preside y
Predica el Rvdo. Don José Ignacio Arias García
Solemne
Besamanos de 11 a 13 horas
Conmemoración del Centenario
de la Consagración de España al Sagrado Corazón.
La imagen del
Señor de la Divina Misericordia vestirá en esta ocasión con los colores de la
iconografía propia de blanco y con mantolín rojo que retomó de la del Sagrado
Corazón de Jesús, nacida entre 1673 y
1675 gracias a las visiones de santa Margarita María de Alacoque y
que el papa Pío IX la hizo extensiva a
toda la Iglesia.
El 30 de mayo de 2019 se conmemoran los cien
años en el que el rey Alfonso XIII consagró España al Sagrado Corazón, devoción
que durante la persecución religiosa contra los católicos españoles - cerca de
diez mil martirizados- ayudó a mantener su fe.
Nuestra
Fraternidad se une a los numerosos actos que la Iglesia Española vendrá
celebrando durante los meses de noviembre 2018/19. La advocación de la Divina
Misericordia puede parecer relativamente reciente en la devoción de los
fieles y en calendario litúrgico
de la Iglesia, pero ha cobrado un enorme arraigo popular pues se sustenta
en la del Sagrado Corazón de Jesús.
En ambas
advocaciones y devociones celebramos el amor de Dios por la humanidad a la que
ha redimido. En la canonización de
Santa Faustina Kowalska, San Juan Pablo II nos decía: “Contemplar
sobre todo la herida de su Corazón, fuente de la que brota la gran ola
de misericordia que se derrama sobre la humanidad. La misericordia
divina llega a los hombres a través del Corazón de Cristo crucificado”.
Sí, del Corazón abierto de Jesús, brotan la Sangre y el Agua, que son los
dos rayos que muestra la imagen del Corazón Misericordioso de Cristo
revelado a Santa Faustina Kowalska.
El Papa Francisco
nos sigue invitando a acogernos al Corazón de Jesús, para comprender
de verdad lo que significa la misericordia de Dios. En palabras del
Papa Francisco, el Corazón de Jesús “no es sólo el corazón que tiene
misericordia de nosotros, sino la misericordia misma. Ahí resplandece
el amor del Padre; ahí me siento seguro de ser acogido y comprendido
como soy; ahí, con todas mis limitaciones y mis pecados, saboreo la
certeza de ser elegido y amado. Al mirar a ese corazón, renuevo el
primer amor: el recuerdo de cuando el Señor tocó mi alma y me llamó a seguirlo,
la alegría de haber echado las redes de la vida confiando en su palabra
(cf. Lc 5,5). El corazón del Buen Pastor nos dice que su amor no tiene límites,
no se cansa y nunca se da por vencido. En él vemos su continua entrega
sin algún confín; en él encontramos la fuente del amor dulce y fiel, que
deja libre y nos hace libres; en él volvemos cada vez a descubrir que Jesús
nos ama «hasta el extremo» (Jn 13,1); no se detiene antes, va hasta el
final, sin imponerse nunca. El corazón del Buen Pastor está inclinado
hacia nosotros, «polarizado» especialmente en el que está lejano;
allí apunta tenazmente la aguja de su brújula, allí revela la debilidad
de un amor particular, porque desea llegar a todos y no perder a nadie”. (Francisco,
Homilía en el Jubileo de los Sacerdotes, 3 de Junio de 2016).
Ese mismo pensar,
estaba recogido ya por San Juan Pablo II en su encíclica “Dives in
Misericordia”: “Creer en el Hijo crucificado significa creer
que el amor está presente en el mundo y que este amor es más fuerte que
toda clase de mal, en que el hombre, la humanidad, el mundo están metidos.
Creer en ese amor significa creer en la misericordia pues es ésta la dimensión
indispensable del amor de Su Corazón”.
Cuando San
Juan Pablo II consagró e inauguró la Basílica de la Divina Misericordia
en Cracovia nos mostraba la urgencia de la recepción del don de la misericordia
divina por parte de toda la humanidad: “Ha llegado la hora de hacer
llegar el mensaje del Corazón Misericordioso a todos, especialmente
a aquellos cuya humanidad y dignidad parecen perderse en el misterio
de la iniquidad. Ha llegado la hora en que el mensaje de Divina Misericordia
derrame en los corazones y se convierta en chispa de una nueva civilización:
de la civilización del amor”.
Nuestra
Fraternidad invita a todos a vivir y hacer presente en nuestra sociedad el
corazón misericordioso de Dios, hacer presente su Reino.
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