1668/2018
En 1668 tuvieron lugar diversos
acontecimientos que marcarán para siempre la espiritualidad y el carisma
servita así como la presencia de ella misma en nuestra región y de los que
ahora se cumplen los 350 años. Por su importancia para el culto a la Dolorosa y
para la familia servita de Andalucía debemos reseñar y celebrar tanto la
primera fundación de la Orden Tercera en nuestra región como que en ese mismo
año se lograría la primera celebración litúrgica y establecimiento de la Misa
propia de la fiesta en septiembre de los Siete Dolores de la Virgen, así como
su extensión a los reinos españoles. En
todas estas efemérides el movimiento seglar de la Orden de los Siervos de María
habrá de ocupar un papel protagonista.
En 2014 nuestra Fraternidad
conmemoró diversos centenarios en torno a la fiesta o festividades litúrgicas a
la Virgen de los Dolores en el calendario litúrgico universal, entre ellas, la
de la conmemoración de los Dolores en el mes de septiembre: primero por su
extensión a toda la Iglesia en 1814 de la fiesta propia del Misal servita del
Tercer Domingo de septiembre - celebración originada por los seglares servitas-
y su posterior fijación un siglo más tarde - el 15 de ese mismo mes- para conmemorar a Nuestra Señora de los
Dolores única fiesta de esta advocación mariana que figura en la actualidad en
el calendario universal pues la del V Viernes de Cuaresma sólo nos es propia a
los servitas.
1668.
Primera Misa y Oficio de los Siete Dolores de la Bienaventurada Virgen María.
Si bien es cierto que
en los escritos más antiguos sobre el
origen de la Orden ya se menciona o se justifica el color negro del hábito
"en el recuerdo de la viudez de Nuestra Señora", las imágenes
marianas que la orden propagará están alejadas del tema pasionista y son en su
mayor profusión de la Virgen madre, Encarnación o la Madre de la Misericordia.
Hay que esperar a los inicios del siglo XVI, quizás por influencia de los
conventos trasalpinos, para que la orden comience hacer suyo el culto a la
Dolorosa, en un primer momento con el Hijo muerto en sus brazos y
posteriormente al pie de la cruz.
En la regla de la Tercera Orden
aprobada por Martín V el 16 de marzo de 1424, el significado simbólico del
hábito desaparece, pero serán precisamente los terciarios los que van a
remarcar más fuertemente el simbolismo del hábito en relación a los dolores de
la Virgen en la pasión del Hijo. La especial celebración de la memoria de Santa
María los sábados en todos los conventos con sermón y vigilia recordará la
situación dolorosa de la Virgen en el sábado santo, celebración que harán suya
las comunidades seglares.
No existen datos anteriores a los
primeros años del siglo XVII en los que pueda atestiguarse la existencia de una
celebración litúrgica en recuerdo de la compasión o de los dolores de la Virgen
María. El texto existente de una Misa
dedicada a los Siete Dolores - finales del Siglo XV- en el archivo General de
la Orden no parece propio de la Orden ni hay constancia de su uso ya que puede
tratarse de un trasunto de la que en 1482 Sixto IV compuso e hizo insertar en
el Misal romano con el título de "Nuestra Señora de la
Piedad" y que la dinastía Borgoña-Habsburgo usó.
En el siglo XIV se extiende la
devoción a las siete alegrías de María, en
referencia a ellas pudo engendrarse la de los 7 dolores causados por ello -número y tema de
cada dolor no se unificaron hasta muy tarde-. Por el contrario si se puede
afirmar que el giro devocional de la “Piedad” hacia los “Siete dolores” se
realizó por la Orden de los Siervos de
María.
Sería en torno al movimiento seglar de
la Orden donde se nucleó la celebración de los Siete Dolores de la Virgen, pues
desde el siglo XVI en las iglesias de
los Siervos de María se mantenía una reunión de los inscritos a la “Compañía
del hábito de los siete dolores” el tercer domingo de cada mes. Un siglo
después se iniciaría la costumbre de solemnizar una de estas reuniones con
procesión, eligiendo el tercer domingo de septiembre. La participación de los seglares y de los fieles en esta
celebración llevará a la Orden a solicitar la conmemoración solemne de la
contemplación de los Siete Dolores de Nuestra Señora.
Desde 1627 la Orden vendrá trabajando
en la obtención de una Misa propia para la conmemoración del tercer domingo de
septiembre, las razones que alegará ante la Santa Sede pueden sintetizarse:
- La Orden ha sido fundado el Viernes
Santo, mientras que los primeros Padres meditaban la Pasión del Señor.
- El hábito de los Siervos recuerda precisamente
el misterio de la pasión.
- El ejemplo de algunos santos, empezando con
los Siete.
- Las indulgencias concedidas por SS.
Pablo V a la confraternidad con ocasión de la meditación de la Pasión.
- La existencia de unos privilegios
especiales concedidas a la Compañía del Rosario por Pablo V y que podían
extenderse a los seglares servitas.
El 9 de junio de 1668 la Santa Sede
autorizó a la Orden celebrar solemnemente esta fiesta de los Siete Dolores en
el tercer domingo de septiembre: la Sagrada Congregación de Ritos permitía a
nuestra Orden el celebrar la misa votiva de los Siete Dolores de la
Bienaventurada Virgen e imprimir el formulario para uso interno. Ese mismo año,
el 15 de septiembre, la misma sagrada
congregación autorizó a los frailes de la Orden recitar también el oficio
mariano de los Siete Dolores, ya concedido por Alejandro VII a los Agustinos
Descalzos de Francia. Al mismo tiempo consentía celebrar la fiesta homónima el
tercer domingo de septiembre, con rito doble de fiesta principal. El papa
Clemente XI, con la bula Iniunctae nobis, concedió la indulgencia plenaria a
todos aquellos que haya visitado en el tercer domingo de septiembre una iglesia
de los Siervos. En 1670, la Sagrada Congregación extendía a cada viernes
litúrgicamente no impedido la facultad de celebrar el oficio de los Siete
Dolores de la Bienaventurada Virgen.
Sin esta celebración del mes de
septiembre originada por la devoción y participación activa del movimiento
seglar servita no hubiera podido llegarse en los siguientes treinta años a la
declaración de la Virgen de los Dolores como Patrona Principal de la Orden (9
de agosto de 1692).
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