viernes, 1 de mayo de 2020

MARÍA EN LA VIDA DE SAN PEREGRINO.


675 aniversario de su muerte.


La  espiritualidad de san Peregrino debemos  rastrearla a través  de una narración "La Leyenda del Beato Peregrino de Forlí"  escrita en 1483 en latín por Niccolò Borghese (1432-1500), reconocido humanista, literato, filósofo e importante político de la República de Siena, que convivió con los religiosos servitas y escribió diversas biografías de santos de la orden: beato Santiago Felipe de Faenza -por cuya intercesión había sido curado de una  depresión- igualmente escribió la vida de San Felipe Benicio y de los beato Joaquín y Francisco de Siena;  sus relatos  se basan siempre en relatos anteriores, en el caso de san Peregrino  reescribe una primera historia original más cercana a los hechos: fue realizada por un religioso servita que convivió con el Santo y escrita pocos años después de su muerte acaecida en 1345 - este escrito se encuentra actualmente perdido-. Los relatos antiguos de vidas de santos terminaron perdiéndose al contar con un escrito en un perfecto latín humanista.

En primer lugar debemos explicar que el término leyenda, define en ese momento un texto que debe ser leído o conocido por su importancia y credibilidad. Los relatos hagiográficos de Niccolò Borghese tienen una gran similitud entre ellos: orígenes familiares y locales del santo, omisión de los milagros en los relatos, episodios anteriores a su entrada en religión, y reducción de las citas bíblicas y referencias mariológicas.


                                                                                             
En la Leyenda de San Peregrino de Forlí el autor  mantiene una treintena de citas bíblicas que probablemente aparecían en el relato original, de igual manera la figura de María está presente en diversos momentos del relato,  en la vida de otros beatos es mínima su presencia.

María está en el principio de la vocación de Peregrino pues le profesa una gran devoción y confianza; él quiere alcanzar la salvación pero sabe que necesita una ayuda que sus convecinos no pueden ofrecerle por eso  se refugia en la oración frente a un icono de la Virgen que frecuenta en la iglesia de Santa Cruz.

Ella le indica su camino hacia Cristo, le impone su nombre como "misión" , ha de peregrinar a lo largo de su vida. María se presenta en una visión y se le revela como "Madre del crucificado" mostrándole el "camino de la dicha" que Peregrino se compromete a seguir."Tu nombre es Peregrin; ahora te conviertes en un peregrino por su nombre" sentencia la Virgen.

El posterior ingreso de Peregrino en el monasterio de Siena levanta recelos en los religiosos, pasado un tiempo descubren que fue "enviado por la Virgen María". Lo habrían visto como un milagro de la Virgen "que tiende a iluminar a sus fieles y la deja compartir la dicha de inmediato".

La vida de nuestro Santo se desarrolla en esa búsqueda de la dicha que no es otra que el seguimiento radical de Cristo. Al aceptar el hábito  negro que recuerda el dolor de la Virgen, Peregrino entra a formar parte de la escuela de la Madre Crucificada, Ella es su maestra y compañera. La búsqueda de la dicha es su peregrinar entregado al servicio  del mundo a través del cual todos se esfuerzan por dar sentido a su vida y la de los demás.



Cuando la gangrena invade la pierna y hacer peligrar su vida, momento crucial de la vida de Peregrino, éste no recurre a María, su entrega es total al Crucificado al que pide su intervención, gracia que Cristo le concede: el miembro llagado, la debilidad de su cuerpo, le asemeja al hombre crucificado. Nuestro Santo ha encontrado en el  camino, en su peregrinar el sentido de su existencia cristiana tal como le indico María y cuando años más tarde Peregrino muere...la leyenda concluye: "Su alma fue (...) conducida por la Virgen María a la dicha del paraíso".



La vida de San Peregrino nos lo presenta como el siervo fiel, su vocación manifiesta claramente una marianidad cristocéntrica. María señala a Cristo y camina con sus fieles a los que ayuda a descubrir y purificar su vocación en el mundo crucificado, labor maternal que no concluye con la muerte pues Ella  conduce el alma del fiel hasta su Hijo.


Texto de la Leyenda de San Peregrino de Forlí.

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