domingo, 8 de abril de 2012

FELICITACION Y MENSAJE DEL PRIOR GENERAL CON MOTIVO DE LA PASCUA DE RESURRECION.



Queridos Hermanos,
Felices Pascuas de Resurrección.
Espero que se encuentren muy bien y gozando de la paz y la alegría que nos da el resucitado.
Qué interesantes son los pasajes del Evangelio que narran la experiencia de los discípulos de frente a la Resurrección de Jesucristo y qué interesante resulta reflexionar sobre los sentimientos y reacciones de cada uno de ellos: miedo, incredulidad, llanto, tristeza, confusión, curiosidad, resistencia, asombro… y al final, después de que Jesús se acerca a ellos, camina con ellos, les muestra los signos de su pasión y les asegura que no es un fantasma, aparecen la alegría, la convicción, la fe, la esperanza, el entusiasmo, el valor, la  comunicación, el deseo de dar testimonio y de anunciar la Buena Nueva.
¿Qué fue lo que pasó? ¿A qué se debe este cambio tan radical? Ciertamente algo especial sucedió en sus vidas, algo especial surgió en sus corazones, algo especial iluminó sus mentes y abrió su inteligencia, algo especial les dio valor y fuerza para gritar y vivir el Evangelio hasta sus últimas consecuencias. Y ese algo especial fue el encuentro vital con Cristo resucitado, fue la fe sencilla y profunda que experimentaron, fue la esperanza de saber que la muerte no tiene la última palabra, fue el descubrimiento que hicieron de Cristo que se revelaba en la comunidad de los creyentes, fue el testimonio alegre y veraz que compartieron juntos, fue la experiencia existencial y radical de saber que sólo en Cristo encontraban la razón de su vida, la alegría de su corazón, las ganas de vivir dando la vida, la respuesta a sus más profundas interpelaciones.
Y nosotros, ¿cómo vivimos esta verdad? ¿Qué hacemos? ¿Por qué seguimos viviendo como si Cristo no hubiera resucitado? ¿Por qué seguimos tristes y miedosos? ¿Por qué no gritamos a todos que Cristo está vivo, que la tumba está vacía y que Él es el Camino, la Verdad y la Vida? ¿Por qué nos avergonzamos de testimoniarlo? ¿Por qué continuamos confundiéndolo con un “fantasma”? Queridos hermanos, la Pascua es la verdadera fiesta de la vida, es la fiesta de los cristianos, es la fiesta que no tiene fin, es la fiesta que nos introduce en el amor sin límites, en el amor eterno. La Pascua nos invita a pasar por el mundo haciendo el bien.
Dejémonos ya de payasadas y de pretextos, de apatía y de indiferencia. Comencemos a contar a los demás nuestra experiencia de Cristo resucitado y hagámoslo con nuestra propia vida. Escribamos también nuestro “evangelio” y narremos el paso del Señor por nuestra historia, por nuestra vida, por nuestro corazón. Canten al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas y todos los pueblos han presenciado su victoria. Aleluya.
Felices Pascuas de Resurrección. Buen trabajo.
                                  Fray Angel

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