domingo, 5 de febrero de 2012

UNAS PALABRAS DEL PRIOR GENERAL

 
       Queridos hermanos,
       El mes de febrero de este año 2012 nos invita a reflexionar sobre tres realidades muy concretas y que van de la mano: la Jornada Mundial de la Vida Consagrada (el día 2), la solemnidad de Nuestros Siete Primeros Padres (el día 17) y el inicio del tiempo de Cuaresma (el día 22).
       Hay quien dice que la intuición original y fundante de la vida religiosa no fue un proyecto apostolico, sino un proyecto ascetico. Los primeros religiosos no quisieron cambiar nada ni en la Iglesia ni en la sociedad. Lo que ellos quisieron fue cambiarse a si mismo, es decir, ser personas distintas, mujeres y hombres que vivían de otra manera. Esta actitud de conversión tuvo una fuerza de atracción que fue capaz de cambiar también la historia. Tal vez hoy no tenemos ya esa fuerza de atracción, pero es muy importante que nos preguntemos el por qué y que respondamos con sinceridad y radicalidad evangelica. Tenemos que recuperar, escarbando en nuestras raices, el sentido de nuestra misión, la actualidad de nuestro carisma, las caracteristicas de nuestra identidad de Siervos y poner en práctica nuestras decisiones en nuestro camino cotidiano, de tal manera que podamos decir de verdad que "movidos por el Espiritu, nos comprometamos, como nuestros Primeros Padres, a dar testimonio del Evangelio en comunión fraternal y a vivir al servicio de Dios y del hombre, inspirándonos constantemente en María Madre y Sierva del Señor". No olvidemos que el testimonio se traduce en coherencia, armonía y transparencia entre lo que se es y lo que se hace. Por eso estamos llamados a ser testigos coherentes y creibles de aquellas realidades y de aquellos valores sobre los cuales es posible fundar tanto la existencia personal de cada ser humano, como los proyectos compartidos de la vida social. No hagamos cuento, seamos realistas y aceptemos nuestras debilidades; reconozcamos que nuestra conversión dura toda la vida y reaccionemos buscando siempre una mayor fidelidad que nos haga superar nuestra mediocridad, nuestros miedos, nuestr apatía, nuestras amarguras... para convertinos en hombre libres y alegres, poseedores de aquella alegría que nos viene de Cristo y de su Evangelio y que nada ni nadie nos podrá arrebatar. Pidámosle, pues al Señor que nos conceda vivir la Cuaresma de este año como un verdadero camino de fe que nos ayude a reafirmar nuestra consagración religiosa, a reforzar nuestra fraternidad de Siervos y a recalificar nuestro servicio de evangelización.
       Que disfruten las próximas fiestas y que tengan una bonita ardua y exigente cuaresma. Animo y adelante. No se achicopalen, que la misericoría y el amor de Dios son muy grandes.
Fr. Angel

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