sábado, 7 de septiembre de 2019

APUNTES SOBRE LA SOLEMNIDAD DE NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES.




El 9 de agosto de 1692 los Siervos de María obtienen de la Santa Sede el nombramiento de la Madre dolorosa  como Patrona Principal de  su Orden, culminando así un largo proceso en el que los servitas, tanto religiosos como seglares, había venido centralizando en la contemplación de la vida de María en los momentos dolorosos de su discipulado, así como su participación mediante ellos en la obra redentora de su Hijo. 
A fin de la Edad Media se puede observar en la espiritualidad de los Siervos un progresivo giro desde los temas de Encarnación /Maternidad de María hacia los de sus Dolores. Es a partir de los primeros años del siglo XVII cuando se inician las primeras peticiones en el ámbito litúrgico de obtener de la Santa Sede una Misa dedicada a los Siete Dolores - fiesta que con solemnidad venían celebrando desde 1500 el tercer domingo de septiembre los Terciarios y la Compañía del Hábito-. En 1668 la Sagrada Congregación de Ritos aprueba la Misa Votiva para fiesta de septiembre, ese mismo año el Oficio Propio, para más tarde autorizar su celebración en cualquier viernes del año.



A partir de  1689 el prior general fray Julio M. Arrighetti - a petición los capítulos de las provincias italianas-  propuso que la fiesta de los Dolores del tercer domingo de septiembre fuera declarada fiesta principal solemne, propia de nuestra Orden, propuesta  que un año más tarde aprobó el Capítulo General de la Orden.
El decreto Cum sacrorum (9 de agosto de 1692), la Sagrada Congregación de Ritos, con la aprobación de Inocencio XII, nombraba a la Dolorosa como «titular y patrona de la Orden» y reconocía que la devoción a los Siete Dolores de la Virgen es una «devoción que pertenece a la Orden susodicha como su principal característica». Este decreto no fue el final o culmen de un largo itinerario devocional sino que a partir de él la Orden y la Iglesia crearan y alentarán ejercicios de piedad así como otras celebraciones litúrgicas en honor de Nuestra Señora de los Dolores.
En la reforma de 1914, la fiesta quedó fijada el día 15 de septiembre formando pareja con la de la santa Cruz el día anterior.

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