domingo, 7 de octubre de 2012

AÑO DE LA FE. PALABRA DEL PRIOR GENERAL



Queridos hermanos,
reciban un cordial saludo; espero que se encuentren gozando de paz y bienestar.
      El día 11 de este mes de octubre inicia el Año de la Fe convocado por el Papa Benedicto XVI, en el cincuenta aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II. El Año de la Fe terminará en la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el 24 de noviembre de 2013.
¿Qué es el Año de la Fe y para qué sirve? Leyendo la Carta Apostólica Porta Fidei, la Puerta de la Fe, con la que se convoca el Año de la Fe, podemos encontrar algunos pensamientos, escritos por el Papa, que pueden ayudarnos a comprender la finalidad de esta iniciativa, por ejemplo cuando dice que: es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor y una oportunidad para volver a recorrer la historia de nuestra fe, que contempla el misterio insondable del entrecruzarse de la santidad y el pecado; que es redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe, además de ser una buena oportunidad para intensificar el testimonio de la caridad. En este mismo sentido me parece importante citar un párrafo del número 13 de la Carta: Durante este tiempo tendremos la mirada fija en Jesucristo, que inició y completa nuestra fe (Heb 12,2): en él encuentra su cumplimiento todo afán y todo anhelo del corazón humano. La alegría del amor, la respuesta al drama del sufrimiento y el dolor, la fuerza del perdón ante la ofensa recibida y la victoria de la vida ante el vacío de la muerte, todo tiene su cumplimiento en el misterio de la Encarnación, de su hacerse hombre, de su compartir con nosotros la debilidad humana para transformarla con el poder de su Re-surrección. En él, muerto y resucitado por nuestra salvación, se iluminan plenamente los ejemplos de fe que han marcado los últimos dos mil años de nuestra historia de salvación”.
       Pienso que el camino que debemos recorrer junto con toda la Iglesia durante este Año es ante todo un camino de reflexión sobre la fe que nos ayude, a todos los creyentes en Cristo, a que nuestra adhesión al Evangelio sea más consciente y vigorosa, sobre todo en un momento de profundo cambio como el que la humanidad está viviendo. Recordemos que por la fe, hombres y mujeres de toda edad, han confesado a lo largo de los siglos la belleza de seguir al Señor Jesús allí donde se les llamaba a dar testimonio de su ser cristianos: en la familia, la profesión, la vida pública y el desempeño de los carismas y ministerios que se les confiaban.
       Que el Año de la Fe nos ayude a todos a crecer en sabiduría y en gracia delante de Dios y de los hombres y a reafirmar nuestro compromiso de creyentes para que sepamos dar testimonio de nuestra fe, de nuestra esperanza y de nuestra caridad.
       Pongamos nuestra mirada en María, quien ha sido proclamada dichosa porque ha creído, y pidámosle que nos enseñe a vivir atentos a la Palabra para crecer en nuestra fe y saber compartirla sin miedo y cualitativamente con las personas que encontramos por las calles del mundo.
Buen trabajo a todos y Dios los bendiga abundantemente.
Fr. Ángel

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