sábado, 10 de marzo de 2012

DEL MENSAJE DE BENEDICTO XVI PARA LA CUARESMA 2012



"Fijémonos los unos en los otros para estimulo de la caridad y las buenas obras" (Hb 10,24)
La Cuaresma nos ofrece una vez más la oportunidad de reflexionar sobre el corazón de la vida cristiana: la caridad.
"Fijémonos": la responsabilidad para con el hermano. El primer elemento es la invitación a "fijarse": el verbo griego usado es katanoein, que significa observar bien, estar atentos, mirar conscientemente, darse cuenta de una realidad. Lo encontramos en el Evangelio, cuando Jesús invita a sus discipulos a "fijarse" en los pajaros del cielo, que no se afanan y son objeto de la solicita y atenta providencia divina (cf.Lc 12,24), y a "reparar" en la viga que hay en nuestro propio ojo antes de mirar la brizna en el ojo del hermano (cf. Lc 6,41). Lo encontramos también en otro pasaje de la misma Carta a los Hebreos, como invitación a "fijarse en Jesús" (cf 3, 1), el Apostol y Sumo Sacerdote de nuestra fe. Por tanto, el verbo que abre nuestra exhortación invita a fijar la mirada en el otro, ante todo en Jesús, y a estar aterntos los unos a los otros, a no mostrarse extraños, indiferentes a la suerte de los hermanos. Sin embargo, con frecuencia prevalece la actitud contraria; la indiferencia o el desinteres, que nacen del egoismo, encubierto bajo la apariencia del respeto por la "esfera privada".
La atención al otro conlleva desear el bien para él o para ella en todos los aspectos fisico, moral y espiritual. La cultura contemporanea parece haber perdido el sentido del bien y del mal, por lo que es necesario reafir ar con fuerza que el bien existe y vence, porque Dios es " bueno y hace el bien" (Sal 119,68). El bien es lo que suscita, protege y promueve la vida, la fraternidad y la comunión. La responsabilidad para con el projimo significa, por tanto, querer y hacer el bien, interesarse por el hermano significa abrir los ojos a sus necesidades.
El "fijarse" en el hermano comprende además la solicitud por su bien espiritual. Y aqui deseo recordar un aspecto de la vida cristiana que a mi parecer ha caido en el olvido: la corrección fraterna con vistas a la salvación eterna. Hoy somos generalmente muy sensibles al aspecto del cuidado y la caridad en relacion al bien fisico y material de los demás, pero callamos casi por completo respecto a la responsabilidad espiritual para con los hermanos.
No era así en la Iglesia de los primeros tiempos y en las comunidades verdaderamente maduras en la fe, en las que las personas no solo se interesaban por la salud corporal del hermano, sino también por la de su alma, por su destino último.
La tradicción de la Iglesia enumera entre las obras de misericordia espiritual la de "corregir al que se equivoca". Es importante recuperar esta dimension de la caridad cristiana. Frente al mal no hay que callar. Pienso aquí en la actitud de aquellos cristianos que, por respeto humano o por simple comodidad, se adecuán a la mentalidad comun, en lugar de poner en guardia a sus hermanos acerca de los modos de pensar y de actuar que contradicen la verdad y no siguen el camino del bien. Sin embargo, lo que anima la represión, lo que la mueve es siempre el amor y la misericordia y brota de la verdadera silicitud por el bien del hermano

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