viernes, 11 de enero de 2019

SAN ANTONIO Mª PUCCI, OSM



12 de enero.

Antonio M. Pucci (1819-1892), el “curita‟ de Viareggio, nació en Pogiole de Vernio (FI). En nuestra Orden terminó su formación cultural y religiosa hasta la ordenación sacerdotal; después de que fue asignado a la nueva parroquia de San Andrés de Viareggio, donde desde 1847 hasta la muerte fue párroco, dejando un recuerdo inolvidable de pastor bueno, celante, preocupado por las almas.
A pesar de la oposición de su padre, ingresó en el convento de la Anunciación de Florencia en 1837. La Orden estuvo suprimida por cuestiones políticas durante algunos años, tras su restauración ocupó varios  cargos de confianza dentro de la Orden, que, por entonces, renacía con vigor.  Ejerció su ministerio sacerdotal en Viareggío, pequeña ciudad junto al Tirreno, con una feligresía pobre de pescadores, dedicándose a la organización de la vida de la Parroquia la enseñanza del catecismo y la beneficencia, grupos de seglares y fundación de religiosas, acción social y apostolado del mar, organizó la Congregación de la Doctrina Cristiana. Sin conocerse, el padre Pucci realizaba con los jóvenes una labor paralela a la que contemporáneamente San Juan Bosco lleva a cabo en Turín. Dedicó gran parte de su labor al socorro de los más débiles y necesitados.
 Juan XXXIII lo elevó a los honores de los altares el 8 de diciembre de 1962 con motivo del inicio del Concilio Vaticano II.



PROPAGADOR DE LA DEVOCIÓN A LA DOLOROSA
Su gran devoción a María se focalizó en el culto a la Virgen de los Dolores, animando a todos a poner su confianza en Ella. El mismo Papa Pío XII se hacía eco de esta devoción destacando que  el Padre Pucci quiso consagrarse a Dios por las manos de María en la Orden de sus Siervos y que en el mismo discurso de toma de posesiónb de la Parroquia en 1847 consagró a todo su pueblo bajo la protección de la Dolorosa. Su celo lo llevo a promover el culto, lo hizo penetrar en la vida cotidiana, lo renovó incesantemente con tal intensidad, que Viareggio llegó a ser por excelencia la ciudad de la Doloros .
Esta fuerte veneración por la Dolorosa es destacada también por  el prior general Hubert M. Moons: “ La veneración de s. Antonio María a la Virgen de los Dolores es bien conocida por todos. La Basílica de San Andrés de Viareggio se convirtió, por obra del Curita, en un santuario local de la dolorosa y la Dolorosa fue para él, como diríamos hoy, una verdadera imagen inspiradora. Desde 1849 é se había inscrito a la “Venerable Cofradía de la Misericordia, erigida bajo los divinos y gloriosos auspicios del Santísimo Redentor y de María Santísima de los Dolores”. El Curatino acostumbraba repetir a su pueblo: “Seamos devotos de esta Gran Madre, porque no podemos ser buenos cristianos sin profesar devoción a María… Poned toda vuestra familia al hermoso corazón, adolorido y traspasado, de esta Gran Reina…. Sabed, hijos míos, que el ser devotos de los Dolores de María es signo de eterna salvación…”. En su lecho de muerte recomendaba: “No olvidéis nunca a la Virgen de los Dolores, invocadla”. Para S. Antonio María, invocar a la Virgen “Dolorosa” significaba luego socorrer a los “adoloridos” de toda categoría. Hasta sus últimos instantes, sus preocupaciones se dirigieron a las necesidades de algunas familias pobres, a las que había prometido ayuda (Con María junto a la Cruz, p. 10 26 P.M. ORLANDINI, Sant‟Antonio Maria Pucci. Notizia biografica, en Sant‟Antonio Maria Pucci, a cura di I.M. Calabuig, Roma 2004, p. 70. 27 IDEM)



La Comisión litúrgica de la Orden (CLIOS) en 2004 publicó un volumen sobre Pucci para evidenciar por los textos litúrgicos los valores espirituales vividos por él y las líneas evangélicas que han marcado su rostro. Para llevar a todos a experimentar la dulzura, la piedad, la misericordia de María Dolorosa él mismo había compuesto muchas oraciones entre las cuales las que se recitan en el Via Matris, del cual se conservan los manuscritos. Celebraba con gran solemnidad el octavario de la Virgen Dolorosa, el viernes de pasión y el viernes santo en honor de la misma; había también promovido una devoción en los siete viernes anteriores a la fiesta del viernes de pasión. Todos los niños y niñas de la primera comunión les hacía inscribirse al pequeño hábito de la Dolorosa. Otros testimonios nos cuentan: “cuando el mar está en borrasca él hacía descubrir la estatua de la virgen de los Dolores y tocar las campanas par reunir al pueblo y orar”.
En la iconografía del Santo figura la imagen de la Virgen Dolorosa.


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