jueves, 16 de junio de 2011

SANTA JULIANA FALCONIERI

Este domingo día 19 de junio la familia Servita celebra la festividad de una de sus más importantes santas, Juliana Falconieri. A continuación os dejamos un pequeño retazo de su vida y obra
Juliana nació en Florencia en 1270, hija de un hermano de San Alejo Falconieri, llamado Carisino, rico comerciante florentino que había reunido con su comercio grandes riquezas, levantó a sus expensas la magnífica iglesia de Nuestra Señora de la Anunciata,recibió en Florencia una educación profundamente cristiana.
Efectivamente, cuando contaba sólo catorce años, en 1284, renunciando al ventajoso matrimonio que se le ofrecía y ansiando consagrar a Dios su virginidad, recibió de San Felipe Benicio el hábito de terciaria de las religiosas servitas por él fundadas, y hasta la muerte de su madre vivió en su propia casa conforme a las normas recibidas del Santo. Su ejemplo fue imitado por algunas damas de la buena sociedad florentina, y aun su propia madre se puso bajo su dirección en la vida de piedad. Un año más tarde recibía San Felipe Benicio su profesión religiosa, y al morir poco después confió a Juliana la Orden por él fundada y la alentó de un modo especial en la Congregación de terciarias servitas iniciada por ella, que bien pronto, a causa de la mantilla que todas ellas llevaban, fueron vulgarmente designadas con el epíteto de Mantellate.
Después de la muerte de su madre su vida de consagración a Dios fue tomando una forma más rigurosa y definitiva. Se impuso ayuno riguroso los miércoles y viernes, no tomando en estos días más que un poco de pan y agua. El sábado lo empleaba entregándose por completo a la contemplación de los dolores de la Virgen, y el viernes lo dedicaba por entero a la meditación de la Pasión, en cuyo obsequio tomaba una sangrienta disciplina. De este modo fue creciendo rápidamente la fama de sus virtudes y de la sublimidad de la vida que llevaba, por lo cual fue aumentando el número de las mujeres que se le iban juntando. Todas ellas llevaban, como ella, en sus propias casas una vida de piedad y de la más absoluta consagración a Dios, sobre todo por medio de su virginidad.
Sin embargo, todo esto significaba únicamente una vida, de consagración al Señor puramente individual o privada. Ella y sus compañeras deseaban algo más, es decir, convertirse en Congregación religiosa canónicamente reconocida por la Iglesia. Así, pues, cuando ya todas ellas, habituadas a a aquella vida de consagracion y penitencia, en el año 1306 se establecieron en vida común en una casa preparada para al efecto en Florencia. Por tanto se considera esta fecha como la de la fundaciön de la Congregación. Previamente los papas Honorio IV (1285-1287), Nicolas IV (1288-1292), Bonifacio VIII (1294-1303) y Benedicto XI (1303-1304) habían aprobado su primer genero de vida, pero la aprobación definitiva de la Congregación de las Servitas Terciarias se lla concedió el papa Martin V (1417-1431), por medio de la bula Sedis Apostolicae providentia.
La vida de la nueva Congregacion, conforme al contenido de la misma bula, se distinguia por un conjunto de prescripciones de una alta perfección y por su austeridad en los ayunos y en otras penitencias. Sin embargo, estas constituciones de las servitas ya no tienen valor en nuestros dias. Las diversas ramas de dicho Instituto tienen actualmente reglas particulares, canónicamente establecidas y acomodadas a los tiempos presentes.
 Una vez organizada y canónicamentre establecida la Congregación, Juliana se vió forzada, contra su inclinacion natural, a admitir el cargo de superiora general, que mantuvo durante treinta y cinco años, por ello procuró desde el principio ser modelo de observancia, aun de las mas minimas prescripciones de la regla, pues, como para las demas , tambien para ella constituía la voluntad de Dios. Por otra parte, sintiendo en su interior un ansia, cada día más intensa, de corresponder a las gracias que había recibido del cielo, entregabase de lleno a la oración y  a la practica de las mayores austeridades. De un modo muy especial se pondera el empeño con que procuraba ejercitar la humildad y caridad con los demás, buscando siempre los empleos más humildes y siendo la esclava de todas sus hermanas.
Algunas de estas practicas, que en nuestros dias nos parecen excesivas y aun extravagantes y desde luego no aconsejables, reponden al espiritu de la religiosidad y austeridad propios de la Edad Madia.
En medio de una vida tan austera, entregada por entero a la contemplación y a la penitencia, es admirable lo que se refiere sobre el influjo que llegó a tener sobre el mundo que la rodeaba. La fama y el aroma de su santidad había trascendido de tal manera fuera de la casa donde habitaba, que producía más provecho espiritual que muchas predicaciones. Así consta que en varias ocasiones obtuvo la conversión de grandes pecadores, y, sobre todo, que logró poner término a enconadas enemistadas, discordias y odios individuales y aun públicos.
Tanta penitencia y austeridad llegaron, por fin, a causar trastornos en su estómago y producirle agudas enfermedades. Pero ella supo sobrellevarlo todo con la mayor resignación. Próxima ya a morir, según refieren antiguos testimonios más o menos fidedignos, no pudiendo recibir el viático, rogó ella que, al menos, le trajeran el copón y lo depositaran sobre su pecho, sobre el cual se extendieron los corporales. Así se hizo; pero al punto desapareció la Sagrada Forma que en él se contenía. Y añaden las mismas crónicas que, después de su muerte, se encontró grabado sobre el pecho, encima del corazón, un sello a manera de hostia. Precisamente como recuerdo de esta tradición, sus religiosas, las Mantellate, llevan sobre el lado izquierdo de su escapulario la imagen de una hostia. Murió el 19 de junio de 1341 y desde un principio fue sumamente venerada por su eximia santidad.
Fue beatificada el 8 de julio de 1678 por el Papa Inocencio XI y canonizada el 16 de junio de 1737 por el Papa Clemente XIII.
Como curiosidad decir que una estatua de mármol, que la representa fue dispuesta en la Basilica de San Pedro en Roma, en la parte izquierda dirigiendo la mirada hacia el altar mayor.
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