sábado, 24 de octubre de 2015

CINCO AÑOS DE MISERICORDIA EN EL SALVADOR



El 24 de octubre de 2010, al día siguiente de la solemne Eucaristía y Bendición de su Imagen, Nuestro Padre Jesús de la Divina Misericordia era entronizado en el templo del Salvador. Han transcurrido cinco años en los que su devoción ha ido creciendo y encendiéndose en el corazón de muchos fieles de Carmona.
Cada Primer Viernes y todos los de cuaresma nos reúne para el rezo de vísperas, las celebración de su Besamanos y Función en la solemnidad de  Cristo Rey,su salida anual en Via Crucis y la fiesta de la Divina misericordia en el II Domingo de Cuaresma, han conformado un escalonado calendario de encuentros para la oración y para ir descubriendo cada día la profundidad y la realidad de su advocación.



Para el recuerdo queda aquella noche de plena primavera y luna llena espléndida que a final del mes de octubre de 2010 acogió en Carmona la primera salida procesional del Señor de los servitas, sobre el paso que la Hermandad del Santo Entierro dispuso con tanta generosidad a sus pies, portado por sus costaleros y con los sones de la Banda de Música de Nuestra Señora del Sol, recorrió las principales calles del casco antiguo de la ciudad.


En Santa María, abarrotada de fieles, el entonces párroco Don José A. Gómez Coronilla y el asistente de las Ordenes Seglares Servitas el P. Fray Jaime Mª Frau , procedía a la bendición de la Imagen que talló el imaginero Jesús Iglesias y que donó a nuestra Fraternidad Don Francisco Marcos. Una solemne Eucaristía en la que la Coral Virgen de Gracia acompañada de orquesta desgranó el mejor repertorio de la música sacra. Y nuestras hermanas Agustinas, Madrinas de Honor de la Imagen , estuvieron representadas por Don Antonio Bermudo Salas y su esposa Doña Ana Romero Eslava.



El domingo 24, a las cinco de la tarde se trasladaba la Imagen al Salvador y tras una breve visita a sus madrinas, las Descalzas, debió cambiar su itinerario a petición de las Clarisas, para llegar dos horas más tardes al Salvador y ser entronizado en el altar de nuestro antiguo dosel de cultos.

Ahora, cinco años más tarde, nos colocamos ante el gran año Jubilar en la que la Divina Misericordia inundará la Iglesia y en la que el perdón de Dios y su amor será aún más patente.

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